Hace 104 años, 6 meses y 11 días nació en una pequeña casa de bahareque del barrio El Calvario, del municipio de Apastepeque, San Vicente, María del Rosario Pino Hernández.
Fue la tercera de cuatro hijos de Justo Emiliano Pino y Petronila Hernández. Antes de María del Rosario nacieron Francisco y María Isabel. La última hermana fue María Luz.
María del Rosario nació exactamente el 31 de octubre de 1917. Y aunque sus documentos (partida de nacimiento, cédula, DUI) señalan que fue el 9 de noviembre, ella y sus familiares siempre han celebrado la verdadera fecha en que nació.
En 1944, Rosario decidió casarse con José Armando Gómez en la iglesia central de Apastepeque -la misma donde había sido bautizada- y a partir de ahí comienza una longeva etapa familiar. Del matrimonio nacieron dos hijas: María Teresa de Jesús (1945) y Santiaga del Carmen (1949).
La primera tuvo cuatro hijos: Luis Antonio Revelo (1967), Mercedes Alirio Revelo (1968), Fredy Ernesto Gómez (1972) y José Alberto Gómez (1974). La segunda hija (Santiaga del Carmen) procreó a Sarbelio Antonio, Jorge Alberto y Rosario del Carmen, todos de apellido Meléndez.
Con los años, la familia ha crecido más. Luis Antonio Revelo ha procreado a cinco hijos (Alirio Josué, Edgar Omar, María José, Jesús Adrián y Zuleima Dinora. Mientras que José Alberto Gómez procreó a Teresa Lourdes y Rosario Emérita. Por su parte, Rosario del Carmen Meléndez tuvo dos hijos: Adriana y Aaron.
En resumen, la familia de María del Rosario está formada por sus dos hijas, siete nietos y nueve bisnietos. El mayor de los bisnietos tiene 25 años y el más pequeño 12.
Un gran oficio
María del Rosario aprendió a trabajar desde muy pequeña. Heredó la habilidad de elaborar pan artesanal de su mamá -y una tía-, sin imaginar que este oficio la marcaría toda la vida hasta ser un referente gastronómico de su pueblo. «Ella fue panadera de fama. Hacía salporas, quesadillas de queso y unos pancitos que llamaba macizas, que las partía y les ponía ajonjolí encima», recuerda Teresa, la hija mayor de María del Rosario, a quien llaman con cariño mamá Chayo.
Como es tradición, el pan artesanal se cocina con leña y en horno de barro. El primer horno estaba en la casa donde nació María del Rosario, pero al casarse y formar su propio hogar decidió mudarse a unas cuadras de ahí, justo sobre la Primera Avenida Norte, a unos metros del parque central de Apastepeque. Por supuesto, en su nuevo hogar mamá Chayo mandó construir un horno de barro. Por su estratégica ubicación, el negocio del pan creció sobre todo durante las fiestas patronales en honor a Santiago Apóstol que se celebran en julio.
Teresa recuerda que en las vísperas de la celebración principal, su mamá se levantaba «bien de mañana» a preparar pan. «En un día hacía 150 o 200 quesadillas, en latas pequeñas. Valían veinticinco centavos de colón. La venta más fuerte era en las vísperas (de las fiestas patronales)».
Teresa es quien cuida a mamá Chayo. Y es que la mujer «alta, blanca, trabajadora» a sus 104 años hoy duerme bastante y su mente está atrapada en recuerdos del pasado.
«Yo soy la tranca de la puerta para mi mamá. Generalmente solo yo me entiendo con ella. Ella reza, canta, duerme, habla, incluso con lo que ya no están (en este mundo)», dice la hija mayor.
El oficio de panadera acompañó a mamá Chayo hasta el 2001, cuando ya rondaba los 85 años. Fue por culpa de los terremotos de ese año (enero y febrero) que su viejo horno de barro se acabó y con él la tradición de las salporas y las quesadillas.
Después de eso, mamá Chayo solía hacer pan en hornos a gas, pero nada como en tiempos pasados.
«Gracias a Dios que todavía está con nosotros… Gracias al esfuerzo de ella me puso a estudiar y soy maestra jubilada. Soy normalista», dice Teresa.
Si bien cada celebración de cumpleaños de mamá Chayo ha sido muy emotiva, desde que llegó a los 100 años todo ha sido más grandioso. Ha habido más de un pastel en cada festejo, la música en vivo no ha faltado sobre todo del grupo Los Hijos del Pueblo (originarios de Apastepeque) que deleitan a la cumpleañera con rancheras, cumbias, boleros y baladas. Es más, como recuerdo de estas presentaciones musicales en vivo en una de las fotos se ve algunos familiares de mamá Chayo portando instrumentos musicales y, por supuesto, ella está al centro con un viejo guitarrón.



