Sergio Iván el Gigio Muñoz hizo un relato de la trayectoria de Mario González, desde sus inicios, cómo llegó a la primera división y el salto a la Selecta. Estas fueron sus palabras.
«Han pasado tantos años. Un día, Mario Antonio González Osorto (padre de Mario González) me dijo: ‘fíjate que Marito le veo buenas condiciones para la portería, ¿creés que podés hacer un tiempo para ayudarlo y entrenar con él? Así fue y fuimos un par de veces al estadio Charlaix, de San Miguel, con pelotas que su papá consiguió, y en serio que su progenitor no estaba equivocado. A veces uno como padre cree que sabe todo y que los hijos son los mejores por el amor que les tenemos.
Pasó el tiempo de esa historia y lo vi en Dragón, que lo llevó el profe Mario Martinez. Después al Chagüite, en tercera división. En fin, hasta que llegó al Firpo y probó la hiel del fútbol y ahí, después de eso, lo volví a tener a mi cargo. Me hice cargo del equipo de tercera de los Andes de San Jorge y le llamé a Mario papá. Esta vez fui yo, porque me enteré que se iba a quedar sin jugar 6 meses y le comenté que no era bueno, que si era posible que jugara por lo menos el Clausura de ese año con nosotros, para que no pierda ese tiempo sin jugar.
Fue un gran bastión en un equipo que siempre había sido amenazado por el descenso y Marito hizo una gran labor, nos salvamos 4 fechas antes que acabará la liga.
Empecé a buscar opciones para Marito y lo recomendé al CD Águila por medio de su gerente, y a veces en los equipos o clubes, los expertos no son los que evalúan los jugadores, sino aquellos que solo manejan los números. Y así que no tuvo opción y decidió ir hasta Santa tecla.
Ahí, el club migueleño se perdió del que hubiera sido el recambio generacional en Águila. Pero Dios tenía algo preparado para Marito. Y supo esperar.
Así quiero agradecer por todo lo que su padre y familia hicieron por mí, prestándome a su hijo para que jugara en el equipo que dirigía en aquel entonces.
Hoy celebramos su grandes actuaciones en nuestra selección, y yo contento por lo que él está viviendo. Felicidades, Mario. Recuerda: no pises el freno, pisa el acelerador».