Una ola de extremo calor afectó a decenas de millones de estadounidenses el fin de semana, con temperaturas récord en el centro y noreste y un incendio forestal que se propaga en California.
El Oak Fire se declaró el viernes en el condado de Mariposa, cerca del Parque Nacional Yosemite y sus secuoyas gigantes, y ha quemado más de 2,500 hectáreas, destruido 10 propiedades y dañado otras cinco.
Varias carreteras fueron cortadas y se ordenó la evacuación de numerosas zonas, mientras que el fuego de «extrema actividad» y combatido por 400 bomberos no estaba del todo controlado.
De acuerdo con el climatólogo de la Universidad de California Daniel Swain, el fuego se propagó en casi todas direcciones, «en un contexto de alta carga de combustible y sequía extrema».
El oeste del país ha experimentado incendios forestales de excepcional magnitud e intensidad en los últimos años, una tendencia que los científicos atribuyen al calentamiento global.
Las altas temperaturas aumentarán la amenaza de fenómenos meteorológicos violentos como granizo, vientos y tornados.
Esta semana, el presidente Joe Biden subrayó una vez más el «peligro claro e inmediato que representa el cambio climático, una amenaza existencial para la nación y el mundo».
Pero su margen de maniobra es limitado en el Congreso y en la Corte Suprema.
Varias olas de calor han tenido lugar en 2022 en todo el mundo, como en julio en Europa occidental y en India en marzo y abril.
En junio de 2021, una cúpula de calor inusualmente intensa causó estragos en la costa oeste de Estados Unidos y Canadá, mató a más de 500 personas y provocó incendios forestales masivos.