¿Es fácil estudiar y trabajar al mismo tiempo? No, no es fácil, realmente es muy difícil.
Cuando se pasa del bachillerato a la universidad, una de las ideas más comunes que hay, especialmente en sociedades del tercer mundo, es empezar a trabajar lo más pronto posible para ayudar a la familia a sufragar los gastos universitarios y colaborar en otras necesidades económicas. Generalmente no hay una visión de prepararse académicamente bien para tener una mejor oportunidad profesional una vez terminada la carrera y, una vez graduados, aspirar a mejores puestos de trabajo y salarios más dignos.
Además, no hay que olvidar que la economía familiar generalmente está al límite, constantemente endeudados y sin la posibilidad de poder tener ahorros para las necesidades futuras. Se va, como dice el refrán popular, coyol quebrado, coyol comido.
Por tanto, es natural que los estudiantes universitarios apenas han iniciado su formación profesional ya quieran empezar a trabajar, en lo que sea. No hay que engañarse, eso no refleja el espíritu emprendedor, ni mucho menos expresa la vocación de crecimiento de la pujante juventud, que sería una sonada frase demagógica de los políticos de turno.
Esta tendencia a la búsqueda de trabajo en etapas tempranas de la formación profesional es la materialización de los 12 años de enseñanza formal escolar: se forman obreros, no ciudadanos pensantes; se forman trabajadores obedientes, no pensadores críticos. Y con harta frecuencia esto también se repite en las aulas universitarias donde la diferencia es que se forman obreros especializados.
Por eso no se puede esperar hasta terminar la carrera universitaria para empezar a buscar trabajo, se experimenta una sensación de urgencia para iniciar la vida laboral.
El estudiante universitario que va a trabajar debe definir su rol, debe decidir si será un estudiante que trabaja o un trabajador que estudia. Esto no es un mero juego de palabras, esto indica dónde se va a poner el énfasis en su desempeño social.
Si es un estudiante que trabaja, la prioridad es el estudio, por tanto, sus horarios de trabajo estarán supeditados a los horarios de sus clases y el mayor esfuerzo se centrará en el rendimiento académico ya que su objetivo principal es graduarse. Su actividad laboral es un aspecto secundario en su vida.
Pero si se define como un trabajador que estudia, la prioridad es el trabajo, de tal manera que sus horarios laborales determinarán sus horarios académicos. Su objetivo principal es el salario. En otras palabras, su actividad universitaria es el aspecto complementario en su vida y el trabajo será lo fundamental.
Por supuesto que, si se va a estar trabajando y estudiando al mismo tiempo, con mucha seguridad no podrá llevar todas las materias que cada ciclo universitario plantee y eso hará que los cinco años de la ingeniería o la licenciatura se conviertan en siete u ocho años de estudio. En términos económicos esto hace un encarecimiento de la educación universitaria. Trabajar y estudiar al mismo tiempo resulta sumamente caro… independientemente del salario que obtenga por su empleo.
Algo que requiere atención adicional, es que muchas veces, por la presión y el estrés generado por el trabajo y el estudio, se decide abandonar la universidad, con la idea de volver a inscribirse un par de ciclos más adelante… algo que muchísimas veces no llega a suceder.