Por supuesto que pasar hasta seis horas diarias en buses y microbuses del transporte público de pasajeros genera cambios de comportamiento en algunas personas como resultado de la tensión del tráfico vehicular.
Para entender las implicaciones que podría provocar el caso vial, «Diario El Salvador» consultó al psicólogo Boris Barraza, sobre cómo podría verse afectada la cotidianidad de los ciudadanos y qué pueden hacer ante ello.
Según el psicólogo, habrá un impacto directo en el comportamiento de las personas generado por el estrés vehicular, el cual puede entenderse de varias formas.
«El primero y más obvio es que la tensión que se vive en el desplazamiento vehicular aumenta el estrés del individuo, no importa si es el que conduce o si son los pasajeros; hay tensión y estrés, por supuesto que lo vive más el conductor porque es quien tiene que ir luchando para que no se le metan en el carril», comentó Barraza.
Esta problemática ya había sido tema de análisis del experto. «Hace algunos años sostenía que el comportamiento del conductor aumenta el estrés porque cada metro avanzado en un embotellamiento en horas pico se considera un metro conquistado y este conductor no quiere ceder lo que conquista, esto tiene que ver con el comportamiento competitivo del ser humano», mencionó.
Eso se refleja en la disputa de cada centímetro que avanzan los motoristas, no importa si es lenta la circulación y al no ceder espacios se pierden valores como la cortesía. ¿Esto pudiera estar relacionado con casos de intolerancia o prepotencia?, se le consultó. «Sí, porque nos metemos al tráfico con una expectativa de en cuánto tiempo vamos a llegar a tal parte, esa es la expectativa. Tengo tales horas y ese es mi recorrido, pero resulta que la expectativa versus realidad genera frustración y uno de los primeros mecanismos de reacción del ser humano es la cólera, la ira y esa ira se va a manifestar en intolerancia», explicó.
Afectados por la tensión
Este malestar ¿podría afectar el ámbito familiar y laboral de una persona? Barraza lo aclara. «Claro que sí. Cuando al fin logramos llegar a casa no llegamos con la actitud para ver a nuestras familias, llegamos de mal humor y ocurre lo que dice el lenguaje popular ´buscamos quien la pague´ y cualquier factor de incomodidad e inconformidad que haya en casa va a desatar nuestro comportamiento agresivo», señaló.
«Entonces, en vez de estar felices y contentos de haber llegado a casa llegamos con los colmillos y uñas de fuera y nos volvemos muy agresivos en el hogar», comentó el psicólogo.
Los ciudadanos tienen que tomar en cuenta [comenta el experto] que los problemas de tráfico están fuera de su control, pues eso ayudará a que desaparezca el conflicto del cual hizo mención sobre la expectativa versus realidad.