Joel Sánchez renunció a ARENA, partido que lo postuló como candidato a la presidencia de la república durante las últimas elecciones, después de denunciar que miembros de la dirigencia le habían exigido pagar $30 millones a cambio de no expulsarlo.
La denuncia de Sánchez involucra a los directores departamentales de ARENA, que demandaron el dinero en una reunión en diciembre pasado, en la casa de campaña. El excandidato presidencial señala a uno, Efraín Cañas, de decirle directamente que, si no aportaba la cantidad millonaria, no tenía nada que hacer en ARENA.
Efraín Cañas fue candidato arenero a alcalde por San Salvador Sur en las elecciones del pasado 3 de marzo. Perdió ante el candidato de Nuevas Ideas, Mario Vásquez.
Sánchez aseguró que el presidente de ARENA, Carlos García, lo convocó y convenció en diciembre pasado para que sostuviera una reunión con los directores departamentales de ARENA, en la que recibió las amenazas de expulsión. Durante el programa de radio Las Cosas como Son, del periodista Josué Nathan Váquiz, el también empresario de la diáspora, lamentó que el presidente de ARENA no lo defendiera, sino que parecía avalar el comportamiento de los directores departamentales. Es más, dijo que esa no fue la primera vez que lo amenazaban con expulsarlo, sino que hubo otras tres oportunidades.
Sánchez tuvo que cargar con todos los gastos de una campaña presidencial en la que ningún miembro de larga trayectoria quiso postularse como candidato, sabiendo que se enfrentaría al presidente Nayib Bukele, el mandatario más popular de la historia y que terminó siendo electo por casi el 85 % de los votantes.
Además de asumir una responsabilidad que ningún dirigente arenero quiso soportar, Sánchez recibió el ataque de García después de que, como todo un demócrata, reconoció el veredicto popular y aceptó los resultados de las urnas de febrero pasado, por lo que felicitó al presidente Bukele por su reelección.
ARENA concretó la amenaza que hicieron los directores departamentales y anunció un proceso de expulsión de Sánchez, aduciendo que había atacado al partido. Antes de que el proceso terminara, el excandidato presidencial renunció.
Sánchez manifestó haberse sentido «amenazado y desgastado» durante la campaña electoral, pues, además de haber recibido amenazas, también hubo duras críticas por parte de altas autoridades del partido y de agrupaciones de la «sociedad civil», quienes buscaban un «protagonismo político» y reclamaban tener influencia sobre él.
Sánchez pagó cara su candidatura y recibió la ingratitud de un partido que siempre ha demostrado defender únicamente los intereses particulares de sus jerarcas.