Hablar de Conrado Miranda es hacerlo acerca de una institución del fútbol. A dos días de su cumpleaños 93, el exestratega y exjugador entregó su alma al creador y zarpó a la liga celestial.
Miranda, quien dio gloria a Águila, selección mayor y Atlético Marte, tras su partida, deja el mejor de los recuerdos en el balompié nacional. La mayoría de los capítulos de su historia son de gloria. En las filas del equipo carabinero no se puede soslayar, bajo ningún argumento, el tricampeonato de 1955, 1956 y 1957, con Atlético Marte.
Luego, con los emplumados fue campeón nacional como jugador y entrenador a la vez en 1959 y 1960. Quince años más tarde, con el remanente del Kínder de Barraza, Miranda se subía nuevamente al podio en dos ocasiones consecutivas [1975 y 1976]. Eso solo a escala nacional, porque en la plataforma regional ganó el Norceca en 1976.
«Don Conra», como era conocido en los pasillos del mundillo del balompié nacional, tenía un equipo de ensueño en el nido, encabezado por el chileno Horacio Díaz Luco y el brasileño David Antonio Pinho, este último arropado con una auténtica calidad futbolística. El complemento de prestigio llegaba con Luis Baltazar «Pelé» Zapata, Félix Pineda e Ismael «Cisco» Díaz.
«Para mí fue como un padre. Después de maestro fue un padre para mí. Le dio mucho a nuestro fútbol. Mi sentido pésame a la familia. Se nos ha ido un gran entrenador, con muchos títulos. Era un personaje. No hay palabras para descifrar lo que fue para nosotros. Fue todo. Siempre tenia consejos para uno», indicó Zapata, en plática con «Diario El Salvador».
Luego, los últimos equipos que dirigió don Conra fueron Cojutepeque en 1989 y El Roble, de Ilobasco en 1992-1993.
Dorado con la Azul
Como jugador de la selección mayor , Miranda resaltó por haber sido parte del plantel que ganó medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1954. Para que la Azul volviera a ganar ese certamen hubo que esperar hasta 2002, bajo la dirección técnica de Juan Ramón Peredes, tras una serie de penaltis frente a México.