La familia Laínez Portillo trabajó durante siete años para abrir su café-restaurante en Ciudad El Triunfo, Usulután. Los cinco integrantes de la familia trabajan juntos para mantener el negocio.
Pamí Cafetería abrió sus puertas en enero pasado, luego de varios años de soñar y trabajar para establecer un lugar en el que las familias pudieran compartir de forma amena, sin necesidad de ir a otros municipios turísticos de la zona norte como Alegría y Santiago de María.
Ana Arely Laínez, madre de la familia, comentó que soñaba con instalar un negocio y siempre tuvo el apoyo de su esposo, Miguel Ángel Laínez, para juntos cumplir el sueño. «Yo siempre le decía a mi esposo que algún día íbamos a poner un negocio», cuenta Ana.
Estudiar contaduría y mercadotecnia le ayudó a Ana a sentar las bases para crear un modelo de negocios, y poco a poco la familia fue comprando materiales para construir.
«Nos gustan las cosas antiguas y desde hace tiempo íbamos recolectando muebles antiguos. En 2016, poco a poco también fuimos comprando cosas de construcción, y en 2018 empezamos a construir, pero luego quedó detenido por la pandemia en 2020», dijo la mujer.
Previo a la pandemia, Miguel Ángel se quedó sin empleo, por lo que se incorporó a un curso del Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (Insaforp) para aprender a hacer pan.
Durante la pandemia, hacer y vender pan en la zona se convirtió en una fuente de ingreso; actualmente Miguel Ángel elabora pan artesanal para el negocio y administra la cafetería.
La familia cuenta que el negocio ha podido establecerse gracias al apoyo de familia y amigos, y a que han podido administrar los pocos recursos con los que iban contando.
Sus tres hijas, de 18, 14 y 10 años, apoyan en el negocio familiar con diversas tareas, desde llevar las cuentas, atender mesas y crear decoraciones para el negocio.
«Las manualidades que hay son hechas a mano, las hacíamos por las noches con las niñas. Hoy ellas ayudan cuando salen de sus clases y terminan sus tareas», cuenta la madre emprendedora.
Ella comentó que la seguridad que existe actualmente en el país ayudó a que pudieran iniciar el proyecto, ya que, al ser emprendedores con recursos limitados, se preguntan cómo habrían hecho para mantener su negocio con el tema de las extorsiones de las pandillas.
«Antes los jóvenes tenían miedo de salir, hoy los jóvenes a las 8 todavía se encuentran en el café y no se quieren ir. El tema de seguridad nos motivó a establecer el café porque antes teníamos miedo de que nos pusieran una renta y pensábamos que de dónde la íbamos a pagar si apenas vamos iniciando y tenemos pocos recursos», mencionó la emprendedora.