Las fiestas de Navidad y fin de año que estamos próximos a celebrar se llevarán a cabo en un ambiente de paz y tranquilidad como nunca El Salvador había conocido.
Gracias a los éxitos del Plan Control Territorial, en combinación con el régimen de excepción, más de 60,000 pandilleros y colaboradores de las estructuras criminales guardan prisión, y los delitos violentos, como los homicidios, han caído de forma evidente, mejorando sustancialmente la seguridad de los ciudadanos.
Para hacernos una idea de las repercusiones de los logros en seguridad, basta recordar que 2021 cerró con 18.6 homicidios por cada 100,000 habitantes, lo cual fue una drástica reducción si se compara con las estadísticas que se reportaban con el FMLN, de hasta 105.23 por cada 100,000 habitantes, como ocurrió en 2015.
No obstante la sensible baja de muertes violentas durante el año pasado, ya 2022 proyecta mejorar aún más los números. De acuerdo con el Ministerio de Seguridad, este año podría terminar con ocho homicidios por cada 100,000 habitantes, todo un hito en la historia nacional reciente.
Y las muestras de los cambios están por todas partes. Los empresarios de transporte de pasajeros viven su primer año sin pagar extorsiones disfrazadas de aguinaldos por los delincuentes terroristas. La captura de decenas de miles de estos criminales ha permitido que ese sector también se sume a las celebraciones en paz y seguridad, lo mismo que las empresas dedicadas a la distribución de mercaderías para surtir las tiendas en barrios y colonias.
El despliegue de policías y militares en todo el territorio nacional, con énfasis en el cerco militar en Soyapango, ha logrado la extracción de peligrosos pandilleros y de los colaboradores que los mantenían ocultos. Sin embargo, todavía hay personeros de la oposición que rechazan estas medidas tan aplaudidas por el pueblo, como el pastor Mario Vega, que tilda de «show» los patrullajes y operativos en las populosas colonias soyapanecas, cuyos habitantes ahora ya recuperaron territorios para su sana convivencia, esparcimiento y labores económicas. Atrás quedaron los días en los que derechos humanos fundamentales —como la vida, la libertad de movimiento, el derecho al trabajo y el respeto como persona— eran violentados por los grupos terroristas.
Gracias a estas acciones y a muchas más, El Salvador ahora es el país más seguro de Latinoamérica. Esto es algo que solo la oposición se niega a reconocer. Pero es lo de menos. Para todo el pueblo, las medidas tomadas por el presidente Nayib Bukele han sido históricas y las agradece profundamente.