Recientemente, la calificadora de riesgo Fitch Ratings rebajó la calificación de Panamá a «BBB-», argumentando en su informe que se debe al «severo debilitamiento de las finanzas públicas causadas por la pandemia de coronavirus, que ha exacerbado las tendencias fiscales subyacentes de debilitamiento anteriores a 2020.»
Lo anterior significa que la negativa calificación otorgada por Fitch Ratings refleja los riesgos que tiene Panamá para la trayectoria de la deuda pública.
Por otra parte, en un comunicado publicado en los últimos días por la calificadora de riesgo Moody’s, se manifiesta que El Salvador mantiene la calificación B3, lo cual es reglejo de la capacidad que el Gobierno ha tenido al atender los compromisos internos y externos del país.
El gobierno comenzará los esfuerzos de consolidación fiscal este año, reduciendo el déficit fiscal en un período de dos años al 6.5 % del PIB en 2022. Dicho ajuste catalizaría el financiamiento multilateral en montos suficientes para cubrir las necesidades de financiamiento de El Salvador y contribuiría a reducir las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda», indica el comunicado de Moody´s.
La calificadora ha previsto que gracias a las estrategias político-fiscal, la situación económica de El Salvador mejore, facilitando el compromiso de la deuda a mediano plazo.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha manifestado confianza y optimismo en las expectativas económicas de El Salvador para 2021, reduciendo los niveles de riesgo país e incrementando la atracción para los mercados nacionales e internacionales y llamar la atención de los inversionistas en los títulos a costo y largo plazo.