Las laboriosas manos de los artesanos de Quezaltepeque llevan más de un siglo poniendo color a los homenajes que los salvadoreños rinden a sus seres queridos fallecidos, mediante la elaboración de las flores de papel encerado.
Este municipio cuenta con 57 talleres artesanales desde donde se distribuyen las flores enceradas a todo el país y los pedidos especiales a Guatemala y Honduras, explica la presidenta del Comité de Desarrollo Turístico de Quezaltepeque, María Eugenia de Martínez.
Cada uno de los talleres, dependiendo de su tamaño, da empleo a entre 10 y 25 personas, principalmente a mujeres que combinan las labores del hogar con este oficio que les permite contribuir a su economía familiar.
Al ser una industria que se desarrolla en el seno los hogares, los talleres varían en tamaño, ganancias y niveles de producción.
Pueden producir entre $300 y $750 mensuales en tiempo regular y hasta $2,000 en la temporada alta —agosto, septiembre y octubre—, promedia Herlinda Rosa, artesana con 45 años de experiencia.
El producto terminado requiere de un complejo proceso de producción: corte de los moldes, pegado pétalo a pétalo, pintura, encerado, armado de coronas, ramilletes y cruces, y demás productos derivados.
Todo este conocimiento es transmitido por medio de la tradicional oral, como afirma Rosa Gómez, quien confecciona flores desde 1944. «Yo estuve cuatro años aprendiendo el oficio, sin ganar ni un centavo hasta que aprendí», recuerda la mujer de 95 años, quien posteriormente formó su propio taller que sigue operando hasta la fecha.
Los artesanos comercializan principalmente cuatro tipos de productos: las coronas, cuyo costo ronda los $5; las cruces que se venden por $3.50; los ramos de 12 flores, por $2.50 y los floreros que se obtienen por $5.

TRADICIÓN QUE SOBREVIVE
Ana Santamaría lidera un taller desde hace 24 años. Ella cuenta cómo su trabajo ha logrado sobrevivir pese a nuevos productos que han ido llegando al mercado.
«Nosotros pensamos que cuando apareció esa flor artificial taiwanesa, que es más barata, esto iba caer, pero la gente siempre nos busca, esto es una tradición», reflexiona.
La artesana asegura que este tipo de trabajo le ha permitido sacar adelante a su familia.
El municipio de Quezaltepeque es el único del país en donde se confecciona este tipo de artesanías.
«Cada vez que usted vea una flor de encerada, recuerde que fue hecha en Quezaltepeque», comentó la presidenta del Comité de Desarrollo Turístico.
En este sentido, la alcaldía municipal tiene previsto iniciar talleres dirigidos a jóvenes de la localidad para que aprendan el oficio. La capacitación permitiría darles una opción de empleabilidad y que la tradición de las flores de papel encerado no desaparezca.
FLORES, ARTE, CREATIVIDAD E INGRESOS
El 20 de octubre de 2020, el Ministerio de Cultura declaró Bien Cultural las técnicas para la elaboración de las flores de papel encerado de Quezaltepeque, con lo que también se estableció una coordinación entre entidades gubernamentales y municipales para su protección y salvaguardia.
Para hacer la declaratoria se consideró que las técnicas de elaboración de flores de papel encerado —que se transmiten de generación en generación por tradición oral y procesos de enseñanza no formal— son parte de la identidad del país y de la ciudad, donde cada año y previo al 2 de noviembre se puede apreciar el comercio en las calles, negocios y casas particulares, que se llenan de flores enceradas y anuncian el tradicional Día de los Fieles Difuntos.