El recuento de daños que dejaron las cuatro renuncias de igual número de alcaldes en Usulután que gobernaban bajo la bandera del FMLN no es nada alentador para el partido de izquierda.
En los comicios de 2018, con 23 comunas en contienda, el FMLN obtuvo 11, logrando casi el 50 % de la gobernanza municipal en el departamento de Usulután.
Ese hito le dejó un rédito electoral favorable, ya que, traducido en votos, las 11 municipalidades ganadas le otorgaban 23,960 votos, según el escrutinio final que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio por válido.
Pero en 2021 el rumbo electoral del partido rojo dio un giro radical, y de las 11 alcaldías usulutecas que dirigía solo pudo conservar cuatro.
El primer flanco que se afectó fue su caudal de votos, ya que solo alcanzó 6,130, dejando una diferencia negativa de 17,830 respecto a los tres años anteriores.
El porqué de esa debacle electoral, tanto en el departamento usuluteco como a escala nacional, es variado y difuso. Sin embargo, hay un punto en el que han coincidido siete alcaldes disidentes de las filas efemelenistas: no existe un proceso de cambio en la estructura interna y hay una marcada diferencia entre las bases y la dirección política del partido.
Al renunciar, los alcaldes mencionaron que no tenían contacto ni con la diputada del FMLN por Usulután, Marleni Funes, ni con la estructura directiva a escala nacional, y lo que percibían era un estado de abandono a sus gestiones municipales.
Otro aspecto que sigue lacerando las heridas en el partido de izquierda es una disputa por la dirección política y el rumbo electoral que debe seguirse.
Desde un extremo, la comisión política del FMLN afirma que concurrirán a las elecciones municipales, legislativas y presidenciales de 2024 sin coaliciones, ya que actualmente no comulgan en sus ideales con otras fuerzas partidarias.
Pero algunos líderes históricos y exdiputados, como Medardo González, señalan que se está trabajando para coincidir con otros sectores políticos, inclusive de la derecha política, que tiene su máximo referente en ARENA.
Todas esas discrepancias están agravando la realidad política del FMLN, que posiblemente llegará a los eventos electorales de 2024 en una de sus peores etapas.
Diversas encuestas de opinión pública no le asignan más del 2 % de las preferencias de la población para los comicios venideros.
La población salvadoreña aún conserva en su memoria colectiva el deplorable legado que dos gobiernos del FMLN dejaron al país.
Las dos administraciones del partido rojo se cimentaron en la corrupción y el desfalco al Estado, mientras la población exigía programas sociales que cambiaran la realidad del país.
Como coincidencia de un mal trabajo, los dos expresidentes efemelenistas que gobernaron durante 10 años huyen de la justicia salvadoreña y se han nacionalizado nicaragüenses con tal de no enfrentar sus juicios.
El FMLN podría enfrentar sus peores resultados electorales en los comicios próximos, inclusive con resultados más desfavorables que los obtenidos en 1994, cuando compitió por primera vez y solo ganó en 15 municipios en todo el país.
Dentro de las filas de izquierda tampoco se vislumbra un rostro o una fórmula presidencial que pueda competir y que cuente con respaldo desde la ciudadanía.
El presidente Nayib Bukele ha confirmado que se inscribirá para 2024 y de momento es el único candidato que se conoce; esta decisión cuenta con el apoyo de la ciudadanía, que respalda que el mandatario pueda reelegirse en el cargo y continuar ejecutando las transformaciones sociales que El Salvador necesita.