Más de 40 años han pasado desde que las primeras semillas de cipreses canadienses llegaron al país y lograron aclimatarse.
Todo empezó como un experimento de María Trigueros, una exempleada de la embajada de Estados Unidos en el país, quien en su trabajo notó la necesidad de vender árboles naturales para diciembre.
Trigueros consiguió semillas de cipreses de diferentes países, pero fue la especie canadiense la que finalmente se reprodujo aquí.
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«Entre prueba y error encontró esta variedad de ciprés canadiense que se aclimató a nuestras tierras. Empezó todo el proceso. Cuando ella faltó, seguí con el negocio. Ya llevo 15 años en el negocio y desde entonces vienen las personas aquí a escoger su árbol de navidad natural», expresó José Trigueros, sobrino de María, la salvadoreña visionaria y emprendedora que comenzó toda esta historia en una pequeña finca llamada San Antonio, en el municipio de Panchimalco.
Así como 30 años atrás, el proceso inicia con un almácigo y en un período de tres meses los arbolitos ya miden unos 20 centímetros. Al alcanzar esa edad y estatura, los cipreses pasan al área de vivero.
En el vivero son fertilizados, se limpian y se controla que no los afecten las plagas.
Después de un año son sacados al sol, en un área boscosa cercana, donde aguardan otro año y medio mientras se desarrollan.

Llegan a medir de dos a tres metros y al lograr esas alturas ya están listos para ser cortados. El proceso dura tres años.
A finales de noviembre y principios de diciembre, las personas llegan de todo el país a buscar los cipreses a Panchimalco. Trigueros asegura que lo que más llama la atención es el olor que despiden.
Ya cortados, los coníferos pueden durar hasta cinco semanas; es decir, toda la época de diciembre hasta el Día de Reyes.
Los precios rondan entre los $50 y los $175, y las personas que los adquieren solo deben ocuparse de regarlos todo el tiempo.


