La reinvención, el empoderamiento, la tenacidad y la valentía de género se pueden observar en cada uno de los cuadros de la artista Julia Díaz, promotora de las artes visuales en el país, quien marcó la historia de la pintura del siglo XX.
Julia Díaz se inició en las artes plásticas en la academia del maestro Valero Lecha, donde aprendió diversas técnicas durante sus 10 años de formación.
A partir de allí, sus cuadros contienen diversos géneros como el retrato y el paisaje; pinturas de niños y familias de campesinos que reflejan la realidad social a la que pertenecían.
Sus pinturas reflejan intensidad, amargura y hasta dolor, en un tono expresivo y de marcada angustia reflejada en tonos cálidos.
«Julia Díaz es una de nuestras mujeres más sobresalientes de la historia contemporánea en las artes visuales de El Salvador. No solo fue una mujer excepcional como gestora cultural y fundadora de la primera galería de arte en El Salvador, sino que también representa la visión femenina de la plástica salvadoreña del siglo XX», manifestó la ministra de Cultura, Mariemm Pleitez, durante la inauguración de la exposición pictórica «Julia Díaz: La gran artista y gestora de las artes visuales en El Salvador», en la Sala de Exposiciones del Aeropuerto Internacional San Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, el pasado 1.o de marzo.
A la exposición también asistió Juan Pablo Durán, presidente del Banco de Desarrollo de El Salvador [Bandesal], quien agregó que la artista «nació en un tiempo difícil», sobre todo para el desarrollo de las mujeres, pero que a pesar de todo logró dejar un gran legado.
«Basta hacer un recorrido por la calidad, la expresión, el contenido de cada una de sus pinturas para entender la enorme sensibilidad que trata de transmitir», dijo.
La muestra, que fue inaugurada en torno al Festival Fortaleza dedicado al día Nacional e Internacional de la Mujer por parte del Ministerio de Cultura, estará abierta a los viajeros nacionales y extranjeros hasta el próximo 31 de mayo.
Un momento inmortalizado
Dentro de la exposición resalta un cuadro creado en carboncillo sobre carbón, el cual se titula «Retrato de Norma», en honor a su propietaria Norma Araujo de Orellana, quien fue dibujada por Julia mientras viajaban a América del Sur.
«Habíamos ido a Venezuela a traer unos cuadros porque mi papá había muerto. Ella me dijo que no podían quedar perdidos en otro país. Algunos cuadros costaron que nos los entregaran, pero ella me dijo que no nos íbamos a mover hasta que nos lo dieran. Regresamos con los cuadros», recuerda Norma, quien fue ahijada de la artista.
Luego de lograr el cometido, Norma recuerda que hicieron una escala en Colombia, donde surge el retrato a carboncillo.
«En ese viaje, estuvimos por la casa de su hermano Bernardo Cevallos, en Colombia. Allí ella se emocionó e hizo un retrato a su hermano, y a mí otro. Le voy a contar una cosa secreta: este cuadro, como lo hizo en la casa de Bernardo, él se lo llevó, y Julia se lo robó. Un día llegó y me dijo: “le tengo una sorpresa”, era el cuadro; aunque el hermano ya sabía que ella me lo había dado», recuerda.
De Orellana añade que logró conocer a la pintora ya que desde pequeña incursionó en el mundo del arte y la pintura, gracias a que su padre Mario Araujo Rajo fue parte de un clan de amistad que formó junto a grandes artistas de la época, entre ellos René Canjura, Raúl Elas Reyes y, por supuesto, Julia Díaz.
LA GRAN JULIA DÍAZ
Nació el 23 de mayo de 1917, en Cojutepeque, Cuscatlán. En 1954 abrió su primer estudio en el edificio Letona, en el centro de la capital; sin embargo, fue devastado por un incendio. Cuatro años más tarde, en 1958, fundó la Galería Forma, un espacio que pasó a la historia de las artes salvadoreñas ya que desarrolló el primer foro abierto para las expresiones artísticas y la convirtió en una reconocida promotora del arte nacional e internacional.
El 1.0 de marzo de 1983 fundó el primer museo en El Salvador: el Museo Forma, que abrió las puertas al público con la colección personal que la artista había creado en 25 años. Sin embargo, el lugar fue reducido a escombros por el terremoto del 10 de octubre de 1986.
Para seguir resaltando su obra, la Fundación Julia Díaz restauró su obra y adecuó un nuevo edificio para el nuevo Museo Forma, el cual abrió en 2008.
Premios a una larga vida en las artes
A lo largo de su vida, fue acreedora de varios premios y reconocimientos. Algunos de ellos:
1960. Diploma al mérito otorgado por Ateneo de El Salvador.
1961. Mención honorífica en la VI Bienal del Museo de Arte Moderno, Sao Paolo, Brasil.
1981. Premio de Cultura por la Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales de El Salvador.
1986. Laurel de Oro Ancalmo, en pintura.
1994. Orden Dr. José Matías Delgado, en las rama de artes plásticas.
1995. Presea de reconocimiento por Concultura.
1998. Es declarada Pintora Meritísima por la Asamblea Legislativa, por su incalculable aporte a la cultura de El Salvador.