El astro argenitno, Diego Armando Maradona, se caracterizó por ser un personaje marcado no solo por el arte de su zurda sino también por su emblemática vida política.
Sus tatujaes son el ejemplo más vivo, tal es el caso del icónico rostro de Ernesto el Che Guevara tatuado en su hombro derecho y si destapa su pierna izquierda, «la mágica», aparece en su pantorrilla la imagen del líder cubano Fidel Castro.
Maradona, el hombre que tocó el cielo con sus gambetas, nunca amagó su activismo político y siempre dio mucho de qué hablar.
En el 2000 llegó a Cuba para iniciar su conocido tratamiento de desintoxicación por su adicción a las drogas, ahí se reunió junto a Fidel, con quien creó un profundo lazo de amistad.
También se hizo pública su cercana relación con el «chavismo», que en el 2013 cuando estuvo visitando los restos de Hugo Chávez, se explayó en elogios póstumos hacia él: «Lo que me dejó Hugo fue una gran amistad, una sabiduría política increíble», según retrata en un artículo el periodico «El Tiempo».
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En los últimos años y ya alejado de las canchas como futbolista, el Diego también sostuvo una reunión con el Papa Francisco. El argentino llegó para participar en un partido interreligioso por la paz en el Estadio Olímpico de Roma, cuya recaudación se destinará a la Fundación Pupi, del exdefensa argentino Javier Zanetti.
Otras incursiones con la política