La forma de vida cambia con los años y los cánones de belleza también. Las diferentes modas han dejado huella, y en Santa Ana conocer sobre los cambios de las vestimentas, especialmente de los vestidos de novia, es posible gracias a Martín Magaña.
Este joven artista, de 24 años, se inició desde los 14 en el mundo del arte y la actuación. Fue su abuelo, un poeta santaneco, quien le motivó el amor por la Ciudad Morena, su gente y sus tradiciones.
Actualmente es el director y representante de una agencia de entretenimiento, con la que ha logrado hacer diferentes presentaciones de teatro musical, necroturismo y estatuismo. «Tratamos que las estatuas puedan verse de un tono natural […], que la gente pueda hacer familiar su tono de piel, los rasgos y el color de cabello, que conectan bastante», explicó Martín.
Basado en la técnica denominada de porcelana, el director ha logrado crear «El paseo de las novias», una exposición que presenta todos los viernes de abril en el parque central de Santa Ana. El propósito de esta es educar, enseñar y explicar a los lugareños cómo eran los antiguos vestidos de novia.
Según Magaña, Santa Ana era considerada «la segunda capital del país» por la enorme actividad económica que registró hace más de un siglo en torno a la producción del café. Esto propició que algunas familias de la época acumularan riquezas y optaran por las modas extranjeras como signo de distinción social. «En 1910, empiezan los grandes vestuarios, pasando los de 1920, 30 hasta los 50», explicó.
Las épocas y los vestidos
Para Magaña, esas cinco décadas de bonanza económica de los santanecos, su estatus social y las vestimentas que usaban crearon verdaderos hitos.
En 1910, los cafetaleros tenían una presencia marcada en la sociedad, señaló, y se observaban vestidos muy pomposos tanto en el centro de la ciudad como en las bodas. Estas últimas se llevaban a cabo con mucha opulencia.
Los trajes de las novias en 1920 se distinguen por la influencia italiana. Explicó: «El vestuario era más fluido, con colas más largas y telas más livianas».
En 1930, se usaban velos más largos y telas con lentejuelas, ya que se comenzó con la importación de estas; así como, los vuelos en las mangas, que se convirtieron en clásicos de la década.
La década de 1940 es considerada una época con inspiración europea, griega, israelita y egipcia. El vestido de novia fue más ajustado y se llevaron colas más largas.
Para 1950, los cortes son más ceñidos y sin miedo a mostrar los hombros, un tema controversial de ese momento. En estos años se cree que la mujer salvadoreña comenzó a empoderarse y a mostrar más su feminidad