Para el fray Silvio Elías, Cosme Spessotto no era un religioso más. Su trabajo en San Juan Nonualco y su dedicación por ayudar a los más necesitado lo colocan como una figura que trasciende el tiempo y cuyo legado es un estilo de vida que todos deberíamos seguir en la actualidad.
Así lo describe el religioso, quien asistió este sábado a la Plaza Divino Salvador del Mundo, en San Salvador, para presencia la misa de beatificación de fray Cosme Spessotto, el padre Rutilio Grande y sus acompañantes mártires Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano.
El fray Elías asegura que tuvo una estrecha relación con Spessotto, quien fue su inspiración para convertirse en religioso y quien también le enseñó una cualidad indispensable para la vida: dejar de lado los intereses personales y enfocarse en ayudar a otros a ser mejores, construyendo así una mejor sociedad y un mejor país.
«Mi relación con él (fray Cosme Spessotto) fue admirable. Yo, de niño, conocí al padre y fue mi ideal de sacerdote. Co él hice mi primera comunión, caso a mi mama y a mi papa. Mantenía una cercanía con él. Peor, nunca pensé que trabajaría de fraile junto con él», comenta.
«Cuando me avisaron que habían asesinado al fray, yo estaba en Zacatecoluca, corrí para llegar al lugar donde se encontraba. No lo creía, porque era un hombre que no le hacía mal a nadie. Él no era demagogo. Él era un santo», recuerda.
Fray Elías asegura que Spessotto cumplió la misión del evangelio y siguió al pie de la letra la dedicación total a las causas sociales. Además, lo describe como un hombre cuya prioridad era su comunidad, lo que lo volvía en alguien desinteresado de sí mismo y enfocado en ayudar a otros a salir adelante, en un contexto social sumamente caótico.
«Cosme Spessotto denunciaba el pecado, la injusticia, las crueldades que se cometía. En algunas ocasiones tuvo que interceder por gente inocente. Era un hombre comprometido con la realidad de su tiempo. El visitaba los cantones. Era un hombre de trabajo. Era un hombre que no buscaba nada para sí. Era un sacerdote comprometido con la gente», recuerda.
«Él le enseñó a la gente a trabajar el cultivo de las uvas, para que la gente aprendiera a hacerlo. Él era un hombre que se olvidó de sí mismo y se había entregado a su pueblo. Lo perseguían porque no dejaba que tomaran su iglesia. Era el tiempo de la guerra y había toma de iglesias, era una situación muy difícil», agrega.
El Fray Cosme Spessotto fue asesinado en el presbiterio frente al santísimo de la parroquia de San Juan Nonualco, departamento de La Paz, el pasado 14 de junio de 1980.