La acusación es temeraria por tratarse de un gobierno legítimamente elegido por el pueblo y convalidado con altos niveles de aprobación. Aún más si se toma en cuenta que quienes así se manifiestan pertenecen a partidos políticos altamente desacreditados. Tanto ARENA como el FMLN han ejercido gobiernos democráticos, desde ya, aunque el resultado de sus tareas haya sido pobre o nulo en cuanto a la representación e inclusión de las mayorías.
Veamos algunas de las críticas más recurrentes:
Comete grandes violaciones de los derechos humanos
Esta afirmación va en contra de lo que la realidad ha demostrado en el breve lapso de gestión del presidente Bukele, que en muchos aspectos defiende y atiende derechos que por largo tiempo han sido conculcados.
El derecho a la vida es el más importante de los derechos. Y es una línea de acción clara y evidente de este gobierno. Frente a la pandemia, se demostró cuántos esfuerzos es capaz de realizar para protegerlo. Con un plan sanitario que incluyó campañas de prevención, hospitales, medicamentos y, próximamente, la vacuna. El acceso a la alimentación, sumamente limitado por el confinamiento obligatorio y por la crisis de las economías familiares, fue canalizado mediante la ayuda oficial. Los medios televisivos y las redes sociales nos han permitido ver la descarga de los alimentos y el reparto continuo de los mismos durante meses y meses.
Las peores amenazas a la integridad física de las personas, que son la criminalidad, la inseguridad y la violencia, están siendo combatidas con el Plan Control Territorial. Para dar un ejemplo de su eficacia, basta mencionar que desde su inicio hasta la actualidad, el país ha registrado 36 días sin homicidios y 1,400 asesinatos menos.
Con las obras de mitigación, el plan de cárcavas y las viviendas sociales se intenta erradicar la precariedad en que viven miles de familias, para que la gente no siga estando al filo de la muerte. Y porque, además, la vivienda digna es un derecho.
El derecho a la educación ha sido garantizado en el peor de los contextos. Tal como surge del estudio del Ciops (Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña), el 97.6 % de los maestros evaluó como excelente, muy bueno y bueno el trabajo hecho para dar continuidad a las clases y asistir a las familias de los estudiantes. Mientras que los padres de familia aprobaron las acciones con 92.3 %.
Es autoritario
Gobernar es tomar decisiones en beneficio del pueblo salvadoreño. Legisladores de los partidos FMLN, ARENA y Rodolfo Párker consideran que el presidente debe acordar con ellos sus decisiones, habituados a la práctica antidemocrática que existía en el pasado, donde cada voto se negociaba con un soborno, los famosos maletines negros.
Violenta las instituciones
Las respuestas del presidente y, en general, del gobierno a los ataques y cuestionamientos permanentes de los órganos del Estado son consideradas como un «irrespeto» hacia esas instituciones. Más allá de las declaraciones, en su forma de proceder observamos que nunca se han manejado más libremente. Representantes del Órgano Legislativo, por ejemplo, han podido designar sin obstáculos a un militante de su propio partido como el máximo representante del Órgano Judicial.
Si observamos las manifestaciones de la corrupción estructural creada durante las últimas tres décadas se podrá ver claramente que esas instituciones fueron violentadas y desnaturalizadas por los mismos que hoy se dicen defenderlas.
En una democracia, respetar las instituciones también implica la defensa del patrimonio de los salvadoreños. El Tesoro de la Nación y entidades estatales como la ANDA han sido saqueados impunemente por gobiernos anteriores. Son tantos los desfalcos cometidos que no alcanzarían las páginas de este periódico para enumerarlos, y cada uno de ellos fue un golpe a la institucionalidad.
Persigue a los periodistas
Los medios tradicionales del país publican diariamente noticias contrarias al gobierno, y son una prueba de la libertad de expresión que existe en el país. Pero las críticas y los ataques al gobierno no provienen del trabajo periodístico de una sala de redacción, de un «staff» televisivo o producto de entrevistas e investigaciones, ya que el régimen que rige en esos ámbitos consiste en publicar lo que sus propietarios ordenan. En esos medios no hay libertad de expresión; en el país, sí.
Por último, en respuesta al título de esta nota: para alcanzar una democracia en serio la gran renovación política iniciada por el presidente Bukele requerirá también de una Asamblea renovada y de una verdadera independencia de los órganos del Estado. Así como su nueva forma de gobernar requerirá de una nueva oposición que se guíe por sus principios y no por maletines negros.
En este sentido, cuando se observan las encuestas dadas a conocer últimamente, podemos vislumbrar que una nueva oposición no será hija de las fuerzas mayoritarias tradicionales, porque estas ya están condenadas a desaparecer.