En junio del año pasado, escribí en este mismo espacio una columna de opinión titulada: el ejemplo de Alfa Karina. Ahí expuse sobre el regreso a nuestro país de la montañista Alfa Karina Arrué luego de convertirse en la primera persona salvadoreña (hombre o mujer) en superar, escalando, los 8,000 metros sobre el nivel del mar.
En aquella ocasión, Alfa se quedó a poco más de 800 metros y a unas 10 horas de alcanzar la cumbre más alta del mundo: el monte Everest. Las malas condiciones climáticas se lo impidieron. No fue porque ella no estuviera preparada, sino que las tormentas y la velocidad del viento hicieron imposible terminar el ataque a la cumbre. Haberlo intentado hubiera significado, quizás, perder una mano, un dedo, un pie, la nariz, incluso la vida.
Alfa Karina lloró por no cumplir su meta. Había hipotecado su casa para cumplir su sueño y en esa primera ocasión, por su solicitud, el Indes la apoyó con todos los seguros médicos necesarios y una póliza de rescate que la salvaguardaría de cualquier situación adversa.
Pero al regresar le ofrecimos que, si quería, volviera a intentarlo y, esta vez, con el apoyo completo al 100 % del Instituto Nacional de los Deportes de El Salvador.
La historia con ella no comenzó el año pasado, inició en 2015 cuando yo estaba al frente del Instituto Municipal de Deportes y Recreación (Imder) y el ahora presidente Nayib Bukele era el alcalde de San Salvador. Alfa me buscó para que la apoyara porque en aquel momento buscaba subir al monte más alto de América, el Aconcagua. La apoyamos y lo logró.
Desde ahí supe que esta mujer es de armas tomar. Por eso fue que, cuando me buscó en el Indes, no dudé en apoyarla. Nos contó que prácticamente ya tenía armado todo para iniciar la expedición, pero que le hacía falta un poco más de $5,000 para completar el presupuesto; y cuando volvió al país le entregamos $10,000 como reconocimiento y la promesa de apoyar al cien por ciento si decidía emprender un nuevo viaje hacia Nepal.
Aquella noticia generó escozor en más de alguno. «¿Por qué van a pagar con nuestros impuestos eso, si hay tanta gente pobre en nuestro país?», escribió una señora en Twitter al increpar una publicación del Indes. La señora en cuestión tenía un punto válido, porque hay necesidades en el país, pero este Gobierno ha dado un giro de timón y el Indes no se ha quedado atrás.
Les recuerdo que las administraciones anteriores de esta institución trataban de ahorrar el presupuesto que les asignaban para atender las necesidades de los deportistas y de la estructura del deporte para quedar bien con el gobernante de turno o con otras carteras de Estado. Para mí, lo reitero, el único interés es invertir el presupuesto que nos asignan para deporte en deporte, y mientras más disciplinas y personas alcancemos, mejor.
Siempre hemos estado claros de que Alfa Karina es un ejemplo de superación y de inspiración para muchos, y por eso se ha hecho acreedora de nuestro apoyo. Además se merece el respeto de toda la nación que sigue buscando nuevos referentes deportivos. Ella misma encontró en el deporte una válvula de escape y un motivo para seguir y salir adelante.
Luego de sacar la calculadora y afinar la punta del lápiz, decidimos apoyarla con $60,000 para que lograra poner la bandera de nuestro país en el punto más alto del planeta, en el Techo del Mundo.
Y menos de un año después, lo logró. Cerca de las 7 de la noche del 11 de mayo en El Salvador (7 de la mañana del 12 de mayo en Nepal), Alfa Karina logró hacer cumbre en el monte Everest. La confirmación la obtuvimos tres horas después, ya que nuestra montañista tuvo problemas con sus sistemas de localización y comunicación satelital, pero una cuenta oficial sobre el Everest notificó que nuestra compatriota había logrado cumbre. Unos días después vimos las fotos y los videos en los que Alfa Karina ondeaba tanto las banderas de El Salvador como la del Indes en la elevación más alta del mundo, a 8,849 metros sobre el nivel del mar.
Creo, sin lugar a duda, que todo El Salvador celebró como nosotros esa cumbre. Todos nos vimos representados en esa mujer que venció a sus propios gigantes luego de superar un divorcio y que encontró en las montañas su mejor refugio y las fuerzas para rehacer su vida.
Todos nos vimos representados en esa mujer que desafió y superó a la cascada de Khumbu, el Valle del Silencio, la Zona de la Muerte y el Paso Hillary. Desafió y venció los -40 grados Centígrados en la cumbre. Puso al límite la capacidad de su cuerpo desafiando y venciendo el pavor de ver a los cientos de cadáveres que hay a lo largo del recorrido como prueba fehaciente de que el Everest no es para cualquiera. Subió a lo más alto y luego descendió, que es, prácticamente, más peligroso que el ascenso, ya que la ruta se vuelve muy complicada y el cuerpo ya está cansado, débil y sin las energías que se utilizan para la subida.
Lo de Alfa Karina, para nosotros, es como un campeonato del mundo para el montañismo y la escalada salvadoreña. Por eso la premiamos como tal, como si hubiera ganado una medalla de oro. Le entregamos un estímulo de $12,000 porque se lo merece, porque es un ejemplo de superación no solo para la sociedad en general, sino que en específico para las mujeres, las niñas y las adolescentes de nuestro país.
Más de algún trasnochado dijo que lo que Alfa Karina hizo lo hacía cualquiera, que a ella los sherpas le cargaron la mochila y el oxígeno, que Alfa Karina llegó en helicóptero hasta la cumbre. La ignorancia, en definitiva, es atrevida.
Pero en el Indes estamos orgullosos de Alfa, como sé que lo están las niñas, las adolescentes y las mujeres de este país. En realidad, creo que lo está la gran mayoría de los salvadoreños y eso a mí me llena de mucha satisfacción. Por eso nuevamente digo: gracias, Alfa Karina, por ayudarnos a seguir #ConstruyendoElCamino.