Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, cerca de tres millones de salvadoreños han dejado el país en la búsqueda de oportunidades para mejorar su calidad de vida.
No es menor el sacrificio que realizan dejando a su familia, hijas e hijos, y en su gran mayoría, emprenden un viaje de forma irregular, con destinos inciertos y muchos sueños.
Sabemos que nuestros hermanos en el exterior siempre dan lo mejor de sí para salir adelante, poniendo en alto el nombre de nuestro país.
El salvadoreño destaca por su laboriosidad y entrega en el lugar donde esté. Becarios, empleados, emprendedores, empleadores, cuidadores, productores agrícolas, entre otros. Todos contribuyen en su búsqueda de mejorar la situación de sus familias.
Y las situaciones adversas no son un obstáculo.
Por ejemplo, la diáspora no ha dejado de aportar a la economía de El Salvador, a pesar de la crisis causada por la COVID-19.
Las remesas familiares recibidas por El Salvador a septiembre de 2020 sumaron $4,188.1 millones con un crecimiento de 0.8 %.
Y más aún, a pesar de que durante el segundo trimestre de 2020 se registró una reducción debido a las medidas de confinamiento en varias partes de Estados Unidos, principal país de origen de las remesas, en el tercer trimestre el ingreso de remesas creció 17.7 % con respecto al mismo trimestre del año anterior.
Estamos conscientes del sacrificio que eso significa y del gran trabajo que hay detrás de cada dólar que se envía.
Pero las contribuciones de nuestros compatriotas no se reducen a eso. El aporte que realizan impacta a sus familias, a sus comunidades de origen y también en sus lugares de residencia. Ese aporte es integral: va desde lo económico, cultural y social hasta lo político.
Más que emisores de remesas, que como comenté son relevantes para el país, este gobierno los reconoce como socios para el desarrollo.
Como parte de sus experiencias de vida, los salvadoreños en el exterior desarrollan conocimientos, valores, redes de contacto y un alto compromiso y voluntad de participar activamente en la construcción de nuestro país, cada cual desde sus propias capacidades, habilidades y condiciones de vida.
El mandato del presidente Nayib Bukele es acercarnos a nuestros hermanos en el exterior para generar oportunidades. Por ello, como viceministra para los Salvadoreños en el Exterior, es importante para mí conocer y dar respuesta a las necesidades que tengan nuestros compatriotas fuera de su patria.
He sido parte de la diáspora. Lo he vivido. Y estoy convencida de que no podemos menospreciar el activo que tenemos en nuestros compatriotas en el exterior para generar mejores oportunidades.
Desde la cancillería estamos haciendo una serie de mejoras a nuestro Servicio Exterior, ya que sabemos que ese es el primer contacto que tienen los connacionales con su país.
Se trabaja por mejorar la capacidad y la calidad de atención a nuestros compatriotas, acercando y facilitando los servicios. Pero queremos que ese acercamiento no sea solo para trámites, sino para que los compatriotas conozcan las oportunidades que se están abriendo para aportar al desarrollo del país.
Para ello, es fundamental tener una relación con nuestros compatriotas en el exterior, que nos permita conocer sus necesidades y expectativas sobre el trabajo que desde el gobierno hacemos.
Ya hemos comenzado. Estamos lanzando directorios de emprendedores salvadoreños en Panamá y, próximamente, en Italia para apoyarles a promocionar sus productos en el país donde se encuentran.
De igual forma, junto con el Consejo Salvadoreño del Café, se está capacitando a nuestra fuerza diplomática para que sean «embajadores del café» y promocionen al grano en sus destinos, incluyendo a salvadoreños en el exterior interesados en comprarlo y distribuirlo. Ya hemos recibido muestras de interés desde Canadá y Estados Unidos.
Recientemente hemos lanzado el portal de citas para la atención de compatriotas en el exterior. Este portal permite, en tan solo cuatro pasos, gestionar la atención en cualquiera de nuestros consulados.
Ya sea para hacer negocios, generar oportunidades o simplemente para que inviten a sus amigos a visitar nuestro país, nuestra diáspora es parte fundamental del trabajo que estamos haciendo.
En estos tiempos tan difíciles, es tiempo de demostrar, una vez más, que un salvadoreño nunca se queda de brazos cruzados, que su ingenio siempre lo llevará a encontrar soluciones y a continuar con la frente en alto.
Tengo el firme compromiso de continuar trabajando de forma incansable hasta ver y vivir en el país que nos hemos propuesto construir, y les invito a que nos unamos y juntos emprendamos la construcción del futuro que queremos para nuestro querido El Salvador.