En junio del año pasado, Sandra recibió la noticia que, según sus palabras, «le cambió por completo la vida». Fue al médico, ya que se había sentido una «bolita», y se realizó chequeos de rutina, pero nunca esperó el diagnóstico: «En junio sentí una bolita en un seno, me llamo la atención y fui a pasar consulta, sin imaginar el diagnóstico».
«Me hicieron diferentes análisis, y un mes después fui con mi hija a traer los resultados de la biopsia: de nueve ganglios, uno era positivo. El diagnóstico del oncólogo fue cáncer nivel tres, agresivo. Yo no lo podía creer. Me pregunté muchas veces por qué me estaba pasando a mí, si había llevado todos los controles. Me quebranté, salí llorando, crucé la puerta y le dije a mi hija: “Te voy a dejar”», cuenta Sandra.
En ese instante, su hija le dijo unas palabras que se convirtieron en su fortaleza para afrontar la prueba: «Mami, no estás sola. Voy a luchar contigo. Dios está con nosotros. Estaremos juntas en esto».
Uno de los momentos más duros fue llegar a casa después de conocer el diagnóstico. «Al abrir la puerta, me derramé en llanto, los cuatro nos abrazamos y lloramos. En ese momento sentí un amor tan incondicional, especialmente cuando mi esposo me dijo que juntos, como familia, y de la mano de Dios, superaríamos esa prueba», recuerda.
Al pasar los días, regresó a su trabajo. Su jefe y sus compañeros le habían expresado que su escritorio y su silla iban a estar listos para su regreso.
Desde ese momento, Dios, su esposo, sus hijos y sus demás familiares se convirtieron en los pilares de Sandra. Además, asegura que Dios le puso en el camino a muchos doctores y enfermeras que le brindaron una atención rápida y eficiente. Ya que su tumor medía entre siete y ocho centímetros, no podían realizarle una cirugía en ese momento, primero debían reducirlo con quimioterapias. Le realizaron dos, las cuales no causaron ningún efecto secundario en ese momento.
El 1.º de octubre del año pasado, Sandra de Machuca fue sometida a una mastectomía parcial. Después de la cirugía, recibió 30 radioterapias y 15 quimioterapias. «Ya en esta etapa, me sentí mal. Son procesos muy duros, en los que los medicamentos lo destruyen a uno. Perdí el apetito y el sentido del olfato, tuve vómitos, se me hicieron llagas en la boca, no podía ni comer, los dientes se me desgastaron y el pelo se me cayó por completo», aseguró Sandra.
Tan solo 19 días después de su cirugía, Sandra decidió participar en una carrera que se realizó por la lucha contra el cáncer. «Sentí la necesidad de ir a dar mi apoyo; también quería ver a otras mujeres luchando. Eso me dio más fuerzas para sobrellevar mi proceso. Para todo hay un propósito», resaltó.
Cuatro meses después, su lucha contra la enfermedad continuaba, pero entonces debía acudir al hospital en medio de la pandemia por coronavirus. «Uno de los mayores miedos que tuve fue que durante la pandemia debía seguir con el tratamiento de quimioterapias. Una vez a la semana debía ir al hospital, ya que no nos suspendieron el proceso de quimioterapias», señaló.
Sandra continuó con su tratamiento y en mayo del presente año fue declarada libre de cáncer. «Fue muy alegre, ya que en mayo de este año me dieron la noticia de que estaba libre de cáncer. Gané una batalla a la que le hice frente contra todo pronóstico, siempre de la mano de Dios y de mi familia», relató con una sonrisa.
Ella tiene un mensaje para las mujeres que luchan contra el cáncer de mama: «Esta es una enfermedad de lucha y de batalla, no se rindan nunca. Hay que enfrentarse y, sobre todo, entregar la vida a Dios. Hay días más difíciles que otros, pero el apoyo de la familia es algo fundamental. Ahora puedo decir que he vuelto a nacer, vencí el cáncer».