Entre médicos, pacientes, urgencias y enfermedades. Así transcurren los años en uno de los hospitales más representativos de El Salvador.
Más de dos siglos han pasado desde que aquellos gestos de humanidad convertidos en una casa dedicada al cuido de enfermos dio paso a un hospital con una infraestructura fuerte y que hasta estos días continúa en su función de albergar a unos de los centros de salud más importantes del país.
Según los registros históricos del Hospital Rosales, en los años 1800, la ahora ciudad de San Salvador contaba con una población aproximada de 60,000 habitantes, por lo que las necesidades médicas fueron creciendo y, con ello, requiriendo espacios propicios para la atención de enfermos.
En ese sentido, el ciudadano español Fernando Escobar, «en un acto de caridad y amor al prójimo», vende sus propiedades y pone a disposición de la casa de mayor desarrollo y crecimiento de ese entonces, conocida como Casa de Caridad y Capilla del Patrocinio, todo lo obtenido para dar paso en 1807 a la construcción del primer hospital de la capital.
A finales de 1883, el hospital fue llamado Hospital de Indias, que también comenzó a ser insuficiente para atender la demanda, por lo que la necesidad de otro centro resurgió, así como la necesidad de un hombre que fuera el ejecutor de la magna idea destinada a perpetuar la obra del ciudadano Fernando Antonio Escobar.
Tras la búsqueda del sueño de construir un nuevo espacio, el Dr. Ramón García González, «hombre noble, ilustrado y muy caritativo junto con Teodoro Kreitz, miembro de la junta de caridad del Hospital General», se convirtieron en los líderes en la tarea de recaudar los fondos.
Sus primeras acciones fueron entrevistarse con el entonces presidente de la república, el Dr. Rafael Zaldívar, a quien explicaron emotivamente el proyecto hasta convertirlo en un ferviente partidario del mismo propósito, y de esta manera obtuvieron la promesa presidencial de contar con todo el apoyo gubernamental.
Seguidamente comenzó a circular una hoja volante que convocaba al vecindario de San Salvador a una asamblea popular que se celebraría en el salón de actos de la Universidad de El Salvador (La Rotonda) un domingo a las 10 de la mañana. El objetivo era claro: obtener el apoyo económico necesario por parte de los ciudadanos que siempre se habían mostrado dispuestos a este tipo de acciones. A la asamblea asistieron más de 200 vecinos dispuestos a colaborar. La junta fue precedida por Pedro Meléndez, quien desempeñaba el cargo de ministro de Hacienda, y el secretario de este ministerio, el Dr. Antonio Liévano.
En la reunión se convino levantar una «suscripción popular», que era una especie de acuerdo para aceptar colaboraciones de dinero. Asimismo, Pedro Meléndez ofreció a nombre del Gobierno que se contribuiría con una suma anual hasta completar 100,000 pesos, cantidad estimada para llevar a cabo la obra.
En la junta también se encontraba presente José Rosales, un salvadoreño de noble corazón que inmediatamente comenzó a tener la idea de financiar la construcción del hospital para satisfacer las grandes necesidades de San Salvador. Su idea, como lo narra la reseña del hospital, era «crear un centro que realmente correspondiera a la grandeza de la capital».
«Con un desprendimiento digno de su alma, y una firme convicción de ser alguien útil para su patria, quiso ser el único y más grande patrocinador de la obra, legando sus cuantiosos bienes al desarrollo del proyecto. El monto aportado por Don José Rosales fue alrededor de medio millón de pesos, cantidad suficiente para levantar el edificio e incluso ponerlo en marcha para que después el Gobierno continuara sufragando los gastos de funcionamiento».
El 1.º de abril de 1885, el abogado Blas Barraza elaboró el testamento de Rosales, en el que se estipulaba la donación citada. El diseño del hospital estuvo cargo del capitán Albert Toufflet, la construcción fue hecha por la compañía Forges D’Aisseau y el ensamblado fue llevado a cabo bajo la dirección del ingeniero Andrés Bertrand.
Se colocó la primera piedra el 9 de abril de 1891; es decir, una semana después del fallecimiento del filántropo, que ocurrió el 1.º de abril. La gran obra fue concluida en 1902 e inaugurada el 13 de julio del mismo año, con el nombre de Hospital Rosales.
Un monumento de valor incalculable
Para el actual director del hospital Rosales, el Dr. Mynor Martínez, el centro de salud tiene un espacio importantísimo como monumento histórico. El valor simbólico y cultural del lugar representa un legado que recuerda los orígenes de la caridad y el amor al prójimo de esos días. Además, en Medicina resguarda toda una historia por ser el origen y la cuna de muchas especialidades y subespecialidadesen El Salvador.
«Tal vez muchas personas no lo saben, pero el hospital en un principio daba atención pediátrica y atendía a mujeres embarazadas. Desde 1902 hasta la fecha, ha habido muchos cambios y se ha decidido separar algunas atenciones, pero sin duda aquí fue donde inició todo. Como monumento histórico y como atractivo cultural es sumamente importante, pero para los médicos y para el personal de salud tiene un valor sentimental enorme», expresa.
El 10 de enero de 1989, con el decreto legislativo N.º 166, la estructura física original del Hospital Rosales se declaró monumento nacional de El Salvador. El decreto fue publicado en el «Diario Oficial» N.º 20, tomo 302, el 30 de enero de 1989.
Uno de los principales compromisos asumidos a raíz de la declaración de bien patrimonial es el cuido y el resguardo de su infraestructura original, que cuenta con detalles que realzan la belleza del centro hospitalario. Para la administración, el mantenimiento de los espacios conlleva el cumplimiento de lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura, con el fin de garantizar la protección del inmueble.
«Cuando en 1989 la Dirección de Registros de Monumentos Culturales lo declaró monumento nacional, se establecieron ciertos requisitos y reglamentos que debemos cumplir; entre ellos, no cambiar la esencia del hospital, con el propósito de preservar la infraestructura y que las nuevas generaciones conozcan la historia de la salud en El Salvador», comenta Martínez.
El conjunto arquitectónico, además, cuenta con el escudo azul, emblema de protección de la Convención de la Haya de 1954, desde el 12 de julio de 2005, de acuerdo con la ficha de inventario MN0037 en el Registro de Bienes Culturales.
«El Hospital Rosales fue una construcción colosal reconocida a escala latinoamericana como una de las mejores infraestructuras hospitalarias. Sus paredes están edificadas con una lámina de aleación de metales que no se oxida. El hospital ha soportado terremotos, inclemencias del tiempo, más de un centenar de años y sigue en pie. Es un bien patrimonial increíble», afirma el director del centro de salud.
Con el pasar del tiempo, la riqueza histórica que resguarda este centro asistencial ha ido creciendo, por lo que el interés de conservar y mostrar a la población la abundancia patrimonial con la que cuenta ha logrado establecer compromisos a futuro para la creación de pabellones especiales que alberguen piezas de valor simbólico a disposición del público.
Se espera que con la construcción del nuevo Hospital Rosales estos espacios se hagan realidad y de esta manera se reconozca un legado que lleva en pie más de un centenar de años y varias generaciones de personal médico formado