Sin saber el potencial del talento con el que nació, desde pequeño tuvo habilidad para hacer reír a la gente con sus ocurrencias. Su papá quería que estudiara Derecho, pero se resistió y entre negociación y negociación logró que su hijo ingresara a estudiar Relaciones Exteriores en la Universidad de El Salvador (UES). Llevaba media carrera cuando un «casting» de Canal 12 lo desvió del destino que su papá había dibujado.
No quedó en la prueba, pero su talento ya vibraba. El comediante Julio Yúdice, creador de los reconocidos personajes de la Tenchis Céliber y Tula Altagracia, lo vio en los ensayos y le dijo: «Te quiero en el equipo de “Telepirata”». Era 1989 y Hugo Castillo ni por asomo adivinaba lo que vendría en los siguientes años.
«Julio Yúdice me llevó al principio como actor. Desde el principio hubo química, porque yo llegué a un “casting” a Canal 12 y resulta que no quedó nadie. Pero él me veía en los ensayos y me dijo que me quedara. ¡Casi me caigo de infarto! Porque en ese momento “Telepirata” fue una bomba televisiva, rompió todos los esquemas en El Salvador. Nunca había existido un programa de comedia pícara. Allí Julio me hizo guionista y después, del elenco artístico. Allí nació Déborah», recuerda.
Hugo recuerda esa oportunidad como la puerta al mundo artístico y de comedia que lo dejó entrar y permanecer hasta el día de hoy. En ese inicio reconoce que Julio tiene gran mérito.
«Julio lo que hizo fue soltarme la pita, allá yo si aprovechaba la oportunidad. Pero Julio no hace eso así nomás, él vio el talento. Yo me considero que soy artista y comediante por Julio Yúdice, a él le debo la libertad que tuve para sacar el don que tenía dentro», afirma.
En «Telepirata», Hugo afinó su talento como guionista, y al mismo tiempo le dio rienda suelta a su creatividad y a la vena de comediante que siempre tuvo pero que aún no encontraba por dónde salir.
Actuando en el programa, en varias ocasiones se vistió de mujer. Era el embrión de lo que sería un personaje insigne en su vida.
El público solicitaba presentaciones en vivo con el elenco de «Telepirata», pero también le pedían a Hugo que interpretara de manera individual su personaje. En un día de fiesta, le dijeron que su interpretación de mujer se parecía a la de su mamá, lo llevaron a un cuarto y le ofrecieron una peluca, un vestido y unos zapatos para que adentrara en la caracterización. Él se negó: «Están locas, cómo se les ocurre… pero después de un rato, con mis traguitos, ya iba para adentro del vestido».
«Julio Yúdice me llevó al principio como actor. Desde el principio hubo química […], llegué a un “casting” a Canal 12. Él me veía en los ensayos y me dijo que me quedara».
Hugo Castillo, comediante.
En el primer lustro de los noventa, Déborah Penélope se estuvo construyendo, aparecía para divertir siempre con comedia de adultos, un rubro que Hugo escogió con seriedad sabiendo que la sociedad salvadoreña no estaba preparada para abrirle un espacio en todas partes.
En 1995, finalmente, Hugo decidió darle un nombre. Se inspiró en la cantante Debbie Gibson. «Yo pensé: “Debbie viene de Déborah”», y en efecto, el nombre de pila de la cantante era Déborah.
El segundo nombre vino rápidamente cuando la actriz española Penélope Cruz se puso de moda. La mente perspicaz de Hugo rápido encontró la sugerencia en armar el nombre y consultó con amigos de la radio sobre qué pensaban de Déborah Penélope, y encontró acogida de inmediato.
Desde el inicio, el personaje se inspiró en una señora que, sin ser un referente del canon de belleza convencional, sí se estima a sí misma como hermosa, sexi.
Desde 1995 hasta 2005, Déborah fue un pasatiempo para Hugo. Hacía fiestas privadas, espectáculos en los que sin pena ni gloria él reconoce como «chupaderos». Todavía no había apertura en fiestas patronales, por ejemplo.
DÉBORAH VA EN SERIO
Pero la carrera de Hugo estaba apenas por despegar en 2005. Alternando su actuación con la gerencia de una discoteca, llegó un punto en el que tuvo que decidir y aportarle el todo por el todo a su personaje.
Ese año, le pusieron un ultimátum en la discoteca: ya no podían darle permisos para los «shows» y el público cada vez demandaba más humor y quería a Déborah. Entonces, Hugo tomó su comedia para adultos y emprendió una travesía que lo ha traído 16 años después a vivir por completo de su personaje entrañable. «Me aventuré a esto y, le soy honesto, ni yo sabía para dónde iba, ni yo sabía qué iba a pasar. Solo seguí una pasión y eso no se lo puedo explicar muy bien a la gente, es algo interno, un placer de poder hacer reír a la gente. Yo me conduje por un instinto que no se lo puedo explicar, porque era incierto laboralmente hablando. Pero me atreví y de eso ya van 16 años más y no me arrepiento», afirma con orgullo.
HASTA QUE EL CUERPO AGUANTE
Con el tiempo, el acceso a la comedia para adultos, pícara y subida de tono, ha encontrado su espacio. Las fiestas patronales se han abierto y cada vez el artista es más demandado en fiestas privadas.
De hecho, Hugo, en medio de lo más restrictivo de la pandemia, se dedicó, con gran aceptación, a grabar saludos personalizados para cumpleaños y para toda ocasión.
El personaje se ha consagrado y está en la mente de muchos salvadoreños que también disfrutan de una salida en pareja a restaurantes que tienen un espectáculo de la sexóloga más famosa del país.
Los tiempos han cambiado y ahora es parte de los escenarios de muchos lugares, en El Salvador y afuera también.
Por un año llevó su humor hacia Honduras. Ha visitado Milán, Italia, y espera en el futuro llegar a Estados Unidos. Este último plan se vio interrumpido por la pandemia, pero está pendiente. Hugo ha trabajado la mitad de su vida y los años también han pasado; sin embargo, espera continuar compartiendo sus ocurrencias y consejos sexuales hasta que el cuerpo aguante.