El actual sistema penitenciario brinda la oportunidad a los internos en fase de confianza de integrarse a los cursos de formación laboral para retribuir a la sociedad, con su mano de obra, mejorar las condiciones en edificaciones públicas como hospitales, centros educativos, sedes policiales, escenarios deportivos, turísticos y culturales, entre otras.
Otras opciones que integran son los cursos de imprenta, en cuyos talleres se imprimen libros que son utilizados por los maestros para impartir clases en escuelas públicas.
Y el área textil, donde los reos aprenden a fabricar uniformes y ropa de uso médico que luego es entregada en los centros hospitalarios del país. Además, son formados en talleres de mecánica automotriz para reparar ambulancias, patrullas policiales, motocicletas y otros vehículos estatales y de los cuerpos de socorro.
Todo este conocimiento adquirido por los internos ha sido puesto en práctica al momento de intervenir edificios estatales, como los 14 policlínicos del Instituto de Bienestar Magisterial donde en cómodas instalaciones son atendidos los maestros. Este aprendizaje les será de utilidad para su reinserción.
A esto se agrega que un estimado de 2,000 privados de libertad participan en tareas relacionadas al borrado de grafitis de pandillas, un servicio puesto a disposición de la población residente en barrios y colonias que antes eran dominadas por las maras.