Una expedición que supera las expectativas. Así es la visita a las Islas del Golfo de Fonseca, en La Unión. El recorrido empieza al salir de San Salvador hacia el muelle Los Coquitos, contiguo al malecón. Ese trayecto es de tres horas aproximadamente.
Al llegar, un operador de turismo es el indicado para dar el recorrido panorámico por las islas que se desee. En nuestro caso, Mario Robles, lanchero y operador de turismo con más de 15 años de experiencia en la zona, aguardaba por nosotros.
Con el sol en tregua, nos embarcamos a las 8:30 de la mañana rumbo a Meanguera del Golfo. La aventura empezaba con aguas apacibles abrazando la lancha, lo que vendría sería un recorrido observando las maravillas naturales de la zona.
Del muelle a Meanguera son 23 kilómetros. Mario conoce como la palma de su mano el lugar, así que comparte todo lo que puede con los turistas y describe lo que hay en el paso, como el Puerto de la Unión, el Parque de la Familia y la empresa atunera que exporta hacia otros países.
La primera parada para observar es Punta Chiquirín, situada en el cantón del mismo nombre. Aquí convergen tres playas: El chiquirín, Punta El Chiquirín y Playitas, esta última reconocida por su exquisita mariscada.
Las olas de las playas son apacibles, incluso en lancha y con la marea alta, el vaivén es perfecto para relajarse y dejarse consentir por la inmensidad del mar y el verde que rodea a las islas.
Otro punto de hermosa contemplación son las cuevas formadas justo abajo del volcán de Conchagua y que terminan en la costa. A estas cuevas se les considera el respiradero del volcán cuyo nombre significa valle angosto o valle estrecho.
Cada vez más cerca de Meanguera del Golfo, Mario indica una parada. Estamos frente a una boya verde que indica el límite marítimo, aquí es conocido como la Bocana del Golfo y es uno de los puntos más profundos frente a El Salvador, en donde se está construyendo el muelle de Punta Chiquirín. El horizonte es impresionante. Nunca se pierde de vista el volcán de Conchagua, el agua apenas mese y más lejos se dibujan sombras de otras islas y de otros volcanes de los países vecinos.
Meanguera del Golfo
Son las 10 de la mañana y el sol ya golpea en el muelle de la isla. Llegar a Meanguera ha sido impresionante, pero nada nos preparó para el paisaje que se puede disfrutar en una barraca ubicada a unos 15 minutos del centro de este que es el último municipio del país.
Desde las peñas de La Narizona, como llaman los lugareños este espacio en lo alto, está una de las vistas más impresionantes de la naturaleza marítima salvadoreña: se ven azuladas las playas El Corozal y El Majahual, ambas parte de Meanguera. A este punto es posible llegar en tuk tuk y luego una pequeña caminata.
La espuma de las olas llegando a la orilla, con la enormidad de un océano compartido por los tres países y su orografía vuelven la estampa más que impresionante. A ambas playas es posible llegar en lancha también, rodeando la isla.
Siguiente espectáculo: Isla Zacatillo
Embarcados otra vez, a unos 40 minutos aproximadamente de Meanguera, Mario nos guía hacia Isla Zacatillo, no sin pasar contemplando las fragatas y pelicanos que habitan en la Isla Meanguerita o Pirigallo. Aquí solo habitan las aves y reptiles, explica Mario.
Al llegar, las olas son aún más apacibles. De hecho, cuando sube la marea en esta parte apenas y se mete en los ranchos. Desde acá las imágenes captadas por un drone, toman a la Isla Martín Pérez y Conchagua, y algunas de Honduras.
Al hacer un paseo por las islas salvadoreñas del Golfo de Fonseca, uno no puede hacer otra cosa que quedarse sin aliento.
En Zacatillo pueden alquilarse kayak, para divertirse en las apacibles aguas. El precio es de $5 por la media hora, que incluye el equipo y un chaleco. En este caso, Mario o el tour operador con el que viaje puede hacer el contacto.
La playa, aunque es pequeña, cuenta con varios restaurantes para escoger, uno de ellos es Zacatillo´s Restaurant con un menú variado con la disponibilidad de todo tipo de frutos del mar desde langosta rellena, camarones jumbo, mariscadas, pescados en diferentes tamaños, así como filete de pescado y ceviche de camarón y coctel de conchas.
Comer frente a esta playa con el imponente mar es la fórmula perfecta si se acompaña de buena gastronomía y la mejor compañía.