Una cascada de aproximadamente 25 metros de altura recibe a los visitantes de Jayaque. El agua cae a un lado de la principal calle de acceso a la histórica ciudad, luego de atravesar buena parte de la finca El Chagüite, una de las muchas que existen en la zona.
La cascada, todavía con agua cristalina, es uno de los principales atractivos naturales de la ahora ciudad, ubicada a 1,000 metros de altura sobre el nivel del mar.
Fue precisamente el verdor natural, el clima agradable y el agua abundante lo que, a finales del siglo XIX, atrajo a diversas familias pudientes del país para convertir a Jayaque en su lugar de residencia.
Viviendas señoriales de techos altos, con numerosas puertas y ventanas, fueron construidas en el sitio, y con el paso del tiempo se han convertido en otro atractivo para locales y extranjeros.
«Hay casas con dobles puertas de esquina, con doble hoja. Era como una moda de gente pudiente que habitó aquí; era algo que tipificaba a las familias», relata Farid Flores, un lugareño que trabaja como guía turístico.
Entre las familias que vivieron en el lugar, indica el guía, destacan los apellidos Velado y Lima, quienes regalaron dos escuelas a la ciudad y que hasta el momento llevan sus nombres.
«Sombrero de copa, lente de un solo ojo, un frac, traje de cola y un reloj colgando; ese era Calixto Velado, y Francisco Lima era igual», sostiene el guía.
La casa de Velado se transformó en atractivo turístico y restaurante. Aunque comercialmente se llama Café Jardín El Carmel, su riqueza patrimonial es lo que más destaca: sus paredes son de bahare que, con una altura superior a los cuatro metros, y todas están recubiertas con láminas importadas.
El Carmel se ubica a tres cuadras del parque central de la ciudad, y para conocerla se recorren calles empedradas. A uno u otro lado de estas viejas calles se encuentran las típicas casonas de amplios jardines interiores.
El centro
Como es típico, el centro de Jayaque está dominado por el parque central. A un costado se encuentra la iglesia católica donde se venera la imagen de San Cristóbal.
A unos metros de la iglesia está el taller de artesanías de los gemelos Los Pepes, quienes se dedican al forjado en metal, mientras que el padre de estos (Remberto Mora) trabaja con madera.
En la zona habita Rubidia Escobar, de aproximadamente 50 años, quien se dedica a la producción de dulces, encurtidos y licores artesanales.
«El chaparro es la bebida tradicional del municipio Jayaque, así como el licor de café, que es una esencia de café que lleva 18 grados de chaparro, canela, vainilla y azúcar, y se le sienten los dos sabores: chaparro y café», explica Rubidia, comerciante de Delicias Mamá Ubi.
En el pequeño negocio, además de los licores, se puede comprar mermelada de mango ciruela con chile jalapeño, manzanillas en almíbar y encurtidos de bambú con flor de izote.
«Hacer turismo en Jayaque es cómodo y accesible. Con $10 usted puede venir y comer. Se viene en bus, $1; la ida, otro dólar, y la comida cuesta $6, lo más caro. Con $20 usted viene y se pasa un día fenomenal», sostiene Farid Flores, el guía.
«La leyenda del caballo de oro»
Esta es una de las historias más representativas de Jayaque. Se relaciona con el cerro Xayacatepec, donde hubo asentamientos indígenas que siempre mantuvieron rivalidades.
En una de las tribus nació un niño blanco de cabello dorado. Un grupo rival decide matarlo, pero la familia del pequeño huye con él hasta la cima del cerro.
En ese lugar habitaba un hechicero, que se ofrece a salvarlo ocultándolo de sus enemigos. En un rito de luna llena, el menor es transformado en animal, específicamente en caballo.
Debido a que el pequeño tenía cabellos dorados, el caballo toma ese brillo y da vida a «La leyenda del caballo de oro».
La leyenda agrega que las personas de buen corazón que visitan el cerro Xayacatepec oyen relinchar al caballo de oro.