En la comunidad La Isla, de en Citalá, Chalatenango hubo quienes además de perder bienes materiales y tener daños en la infraestructura de su casa también perdieron cosechas.
José Antonio García tenía puestas sus esperanzas en un cultivo de maíz para el cual había invertido un estimado de $400 que un compadre le prestó, pero que por causa de las lluvias ya no podrá sacar ni la cosecha ni lo del préstamo.
«Los cultivos los perdí, tenía una milpa y toda se la llevó el agua. Se sacan 10 cargas queda perdido casi los $400», dijo el agricultor. Aclaró que en vista de la emergencia su pariente le dijo que lo esperaría para cancelar la deuda.
El avance del agua fue tanto que, incluso, el abono se le dañó a pesar que lo colocó sobre un banco a una altura estimada de un metro. Nunca imaginó que el nivel del agua superaría ese nivel.
«Con los vecinos nos quedamos batallando para salvar lo más necesario, una cama logré poner encima de la mesa. Un poco de abono que tenía y el maíz lo subí en un banco, pero de nada me sirvió», relató.
Esa misma situación también lo llevó a proteger a sus cuatro hijos, los envió con su madre a un lugar seguro. La prioridad para este ciudadano era salvaguardar la vida de sus seres queridos. El referente más cercano que tiene de inundaciones en el lugar ocurrió con las lluvias de 2014, pero no al punto que las casas se inundarán.
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«Es feo andar con el agua hasta la cintura, si tuviera donde irme me fuera a otro lado», comentó.
En su vivienda murieron varios pollos, otros se salvaron porque estaba en una jaula donde el agua no alcanzó a llegar.
Su casa había quedado llena de lodo, no había un rincón donde el agua se filtró. Diario El Salvador constató los daños durante un recorrido.