Con su lema «Crecemos juntos», Grupo Infinito, es considerada la primera aceleradora de emprendimientos con sentido social en el país. En la actualidad agrupa 36 pequeños negocios, en su mayoría de la zona oriental.
La empresa fue fundada en 2019 por Antonio Arrué, un joven quien a sus 27 años lleva en su repertorio una licenciatura en contaduría, dos maestrías en negocios, y en proceso, una tercera en innovación y emprendimiento, así como una firme convicción por hacer de su empresa un nicho próspero para todos aquellos emprendedores del país que sueñan con ver florecer sus ideas de negocio.

La visión del empresario naciente, a corto plazo, es triplicar la cartera de Infinito a través de la generación de tres veces más empleo, es decir 30 empleos más.
Los enunciados anteriores describen a un negocio exitoso, fruto del éxito de un joven luchador, pero no describen al pequeño que a sus siete años estudiaba bajo una carpa en las afueras de un centro escolar de la zona rural de Ahuachapán, con sus cuadernos mojados por la lluvia en la búsqueda de una maleta para llenar de sueños.
Tampoco al joven universitario, quien tras ser víctima de abuso intrafamiliar, se vio obligado a vivir seis días en el parque Cuscatlán, en San Salvador, quien en ese contexto aprendió «con mucho orgullo» el oficio de panadero mediante el cual ganaba $3 diarios para sus gastos cotidianos. Situaciones que lo invitaban a rendirse o seguir luchando por demostrar su valía.
«Me hice una promesa y ahora, 20 años después, puedo decir que lo logré. Esa parte tan dura de la vida me hace reaccionar y decir los salvadoreños tenemos un alto potencial, con mucho orgullo soy panadero de oficio», dijo Antonio entre lágrimas, pero con la cabeza en alto y su convicción más firme que nunca.
Antonio siempre guardó aquellos momentos, entre altos y bajos en la vida profesional, laboral y familiar, para recordar quién es y cuál es su propósito, hasta que tuvo la oportunidad de compartirla mediante su participación en los Global Student Entrepreneur Awards (GSEA), el pasado febrero.
El premio, que surge de la La Entrepreneurs’ Organization (EO), una red con más de 17,000 miembros en 60 países, valora un 70 % el espíritu emprendedor y un 30 % el modelo de negocios. Estos parámetros encajaron a tal punto con el molde de Antonio, que lo llevaron a convertirse en el ganador nacional.
«Estoy muy agradecido con la organización. El compromiso es que la vida y mi gente me permitan llegar a más salvadoreños; le quiero demostrar al mundo que puedo salvar familias de pequeños empresarios salvadoreños», dijo Arrué, quien además, se ganó un puesto para estar presente la copa continental que se desarrollará próximo mes de mayo en Copenhague, Sudáfrica.
En El Salvador, la organización está conformada por 50 miembros que generan más de 15,000 empleos y más de $150 millones en ventas anuales. El premio Estudiante Emprendedor ya es considerado uno de los reconocimientos más importantes para jóvenes estudiantes que dirigen un negocio.