Con una carrera que cumplió 50 años, Juan Manuel sigue divirtiendo y haciendo de sus shows un momento ameno y único para el público.
El imitador y polivoz ha recorrido mucho a nivel artístico y personal, en los altos y bajos de la vida nunca se rindió y tampoco dejó a un lado su pasión por las voces.
Con 61 años de edad, dice estar más presente y enérgico que nunca. Su agenda solo se ha visto interrumpida por la pandemia, aún así, ya tiene preparada una gira por Europa, hacia Milán, Italia, específicamente el próximo 18 de septiembre.
Esta gira es para la comunidad de salvadoreños en Milán que ya supera los 35,000. Además, visitará Sevilla y Barcelona, para presentar su show de la mano de Freddy´s Gomez Production, cuyo presidente y fundador es Freddy Gómez.
Su presentación goza de talento que va de voz en voz, el repertorio combina las voces de Juan Gabriel y José José, entre otros íconos de la música.
La sorpresa del público siempre es el repertorio de voces femeninas donde imita a Ana Gabriel, Paquita la del Barrio, Selena y Amanda Miguel. En total, el polivoz puede imitar 36 voces.
Paradójicamente, aunque su carrera tuvo una conexión con el legendario grupo de Los Polivoces, no inició así. Su idea y por muchos años siempre fue cantar. Pero tarde o temprano, encontraría lo que lo catapultaría como artista y en lo que encontraría, hasta estos días, su pasión.
Artista nato
Originario de Santa Ana, hijo de la primera salvadoreña en ganar medalla de oro en 400 metros libres en los V Juegos Centroamericano y del Caribe, en 1946, en Colombia, Graciela Villa, el joven Yan Manuel Somoza Villa tuvo que irse a vivir desde muy joven a Los Ángeles, Estados Unidos.
El talento para cantar fue evidente desde pequeño. Al llegar a la nueva ciudad, su relación con la comunidad mexicana fue cercana y unió su gusto con las amistades cantando rancheras con ellos. Ese «hobby» lo llevó a la radio TenQ y pronto le abrieron espacio para ser telonero.
En esos días tuvo la oportunidad de conocer a Jenny Rivera, Marisela, Lucha Villa y otros artistas mexicanos a los que también les abría los conciertos con música ranchera. En ese momento era presentado como Yan.
Transcurrían los años 80, y con 22 años cantar para él era algo adicional. Se certificó como preparador de impuestos y trabajaba durante el día en un banco internacional, y en las noches y fines de semana abriendo conciertos.
En esa época, Los Polivoces armaron una gira de reencuentro y le propusieron a Yan ser el telonero. Aceptó y aunque la gira no tuvo el éxito esperado, sí dio un cambio para la vida artística de él: por un lado, descubrió que quería ser artista de manera profesional y, dos, encontró el nombre artístico que lo acompañaría por siempre.
«Yo veía cómo la gente los recibía, con algarabía y opulencia, y yo vi que también quería eso. Pero también me pasó que una noche llegamos a un pueblo y nunca le atinaban a mi nombre. Enrique [Cuenca] de Los Polivoces me dijo que era mi culpa por llamarme así y me dijo que me pusiera “Juan Manuel” y me gustó, lo sentí cómodo porque a la gente le gustó», recuerda.
Después de esa gira su carrera comenzó un ascenso que lo llevó a tener que decidir entre su trabajo de día y su pasión. Los ingresos en el banco no eran malos, pero la sensación de estar en los escenarios le fue ganando terreno al espíritu de Juan Manuel, hasta que se rindió por completo a la vida artística.
Pese a esa experiencia con los reconocidos imitadores, nunca se vio como tal y hasta ese momento nunca intentó imitar otra voz. Aún no se reconocía como imitador, pero pronto lo haría.
Su carrera estuvo mejorando constantemente e incluso llegó a ser telonero en Los Ángeles Memorial Sports Arena, con capacidad para 17,000 personas, pero eso no estaría ni cerca de lo que lograría como imitador.
Siguió creciendo, grabó discos con canciones propias que eran baladas románticas, y logró un espacio abriendo a cantantes en el club nocturno Caché, en Los Ángeles. Allí fue anfitrión para Olga Guillot, Leonardo Flavio, Lucho Gatica, entre otros. Así pasó dos años.
En 1991, el dueño de Caché le dice que necesita renovar el show, que necesitan algo más y en la búsqueda de refrescar el espectáculo empieza a imitar a Juan Gabriel… «te pareces tanto a mí…» y luego siguió con Javier Solís y José José. «Esa fue la primera chispita. Hice la imitación y les encantó», relata Juan Manuel.
Por aquellos días se le dio la oportunidad de viajar a El Salvador y presentó su show en Casa de Piedra, en Los Planes de Renderos. Allí la recepción del público le indicó su nuevo camino, sobre todo porque no había imitadores en el país y él se convertiría en el primero. Este gran paso finalmente lo dio en 1998: «yo quiero ser imitador, “así como Carmen Salinas”, me dije, y lo hice», cuenta.
«Un tenor en Los Ángeles me ayudó a flexibilizar la voz. Me dormía escuchando las voces de los artistas y pasaba cantando y ensayando hasta siete horas seguidas», recuerda.
Su etapa de imitador fue todo un éxito, pero al mismo tiempo había un reto que no vencería sino hasta muchos años después: dejar su adicción a las drogas.
Renacer como Fénix
Juan Manuel relata su historia artística en paralelo a su adicción a las drogas, una etapa que, aunque no le causa orgullo tampoco la oculta. Es parte de su relato de vida y un reto superado.
La prosperidad y el ambiente artístico le abrieron las puertas a un mundo al que nunca más quiere volver. Se convirtió en adicto. Por años fue funcional y cumplía con sus obligaciones artísticas, pero la adicción lo llevó a consumir hasta $300 en un día.
Aquel momento oscuro lo hizo desaparecer de los escenarios y vivir experiencias que nunca imaginó. Pasó noches en la calle, su único apoyo siempre fue mamá. No había manera de que saliera.
Pero hace 10 años, justo antes de que su pequeño hijo Noé Baltazar naciera, él prometió abandonar las drogas y lo logró. Desde entonces, como el ave fénix, empezó a resurgir no solo en lo personal sino también en la parte artística.
Su fe cristiana, Noé, y luego Graciela, la más pequeña de sus hijos, lo han mantenido sobrio y volviendo a los escenarios nacionales y europeos.
Mandó un material para la audición en el programa mexicano Parodiando con un video de Ana Gabriel. Recibió la invitación para ir a la siguiente etapa, pero no lo logró porque la embajada de México le negó la visa.
Ha sido reconocido como «Orgullo Salvadoreño», en 2018, por la organización Desfile y Festival de la Independencia Salvadoreña (Defisal), en Los ángeles.
Previo a la pandemia, se encontraba amenizando shows en la Ruta de Las Flores y amenizando fiestas patronales y eventos privados. Esto lo va retomando en la medida que las condiciones lo permiten, y está contando los días para reunirse con la diáspora en Milán.
Juan Manuel espera seguir imitando en los escenarios y disfrutando esta segunda oportunidad familiar con sus pequeños hijos.
Reconocimientos
Reconocimiento de Freddy´s Gomez Productions, en el marco de los 50 años de trayectoria artística como cantante e imitador de voces.
Premio «Orgullo Salvadoreño», otorgado por Defisal, en Los Ángeles, California, el 2 de septiembre de 2018.
Declarado «Embajador Musical», en 2021, por su trayectoria personal, por parte de Defisal. El galardón se entregará en Los Ángeles el 3 de septiembre de este año.