Juan Orlando Hernández (JOH), hondureño de 53 años, abogado de la república, político, trigésimo sexto presidente de la república en dos períodos, exdiputado y expresidente del Congreso Nacional, actualmente diputado del Parlamento Centroamericano, y posee una tesis doctoral sobre el régimen jurídico de las zonas industriales de procesamiento para exportaciones, fue capturado la semana anterior y se encuentra en detención provisional por 30 días, con fines de extradición, a la espera de una solicitud por parte de la justicia de Estados Unidos de Norteamérica. Las imágenes esposado y encadenado de manos y pies dieron la vuelta al mundo. Mientras, gran parte de la población en diferentes regiones del país reventó pólvora, bailó punta, bebió cerveza, hizo carnaval y fiesta tras su captura.
Desde 2004 existen señalamientos y presunciones de su involucramiento con el crimen organizado transnacional, incluso que su campaña y llegada al Poder Ejecutivo fue financiada por el narcotráfico. Su carrera criminal es larga. Con ocho años en la presidencia de la república, al jefe supremo de las Fuerzas Armadas hondureñas se le acusa de que al menos 500,000 kilos de cocaína pura le generaron ingresos por más de $12,000 billones, más la venta de armas, por la que ganó millones de dólares, de sobornos y de múltiples ganancias de parte de organizaciones criminales. Según las acusaciones de imputados criteriados, JOH conspiró para introducir cocaína desde Colombia y Venezuela por rutas aéreas y marítimas principalmente.
JOH dio instrucciones y facilitó que personal policial y de las Fuerzas Armadas protegiera cargamentos de droga y que se cometieran actos de violencia brutales en Honduras. En su trayectoria incluso recurrió a Joaquín «Chapo» Guzmán, ahora condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, y a su hermano Juan Antonio Hernández.
JOH se convierte en el tercer expresidente hondureño acusado de delitos de corrupción de su partido político y vinculación con el crimen organizado. JOH se atribuía el combate al narcotráfico, a las pandillas y al crimen organizado. Todo era mentira. Él era el rostro máximo del crimen organizado transnacional en Honduras y el primer promotor de la corrupción e impunidad. En esta carrera criminal no está solo, tendrían que continuar más capturas e imputaciones de exfuncionarios, políticos, empresarios, burócratas y, por supuesto, miembros del crimen organizado local y transnacional.
El otrora aliado del Gobierno de Estados Unidos, a quien apoyaron en la reelección presidencial, por ahora es acusado de al menos tres delitos: crimen organizado transnacional, narcotráfico y venta de armas de fuego.
Este caso deja varias interrogantes: por qué el Gobierno de Estados Unidos toleró las operaciones criminales de Juan Orlando Hernández por ocho años si su trayectoria y carrera criminal venían desde 2004, se conocían sus fuentes de financiamiento y no hubo oposición a su ascensión al poder.
Sin duda, esto demuestra que el Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica no tiene amigos, tiene intereses propios y de acuerdo con su geopolítica y geoestrategia.