De cazar cangrejos, peces y hasta vender huevos de tortuga para obtener ingresos económicos, Juan Alberto Pérez Ramírez se volvió defensor de los animales que se encuentran en peligro de extinción. El salvadoreño cuenta que ese cambio radical en su vida lo hizo cuando tomó conciencia de que sus acciones estaban causando un grave daño a la fauna.
«Desde que era niño empecé a agarrar cangrejos, peces y otras especies de animales porque se tenía la costumbre de agarrarlos y venderlos, siempre fue así», dijo Pérez Ramírez. Añadió que ha hecho de algunas especies sus mejores amigos, principalmente los cocodrilos que se mantienen en El Zapatero, en la Barra de Santiago, en el departamento de Ahuachapán.

El respeto y el cariño por estos reptiles lo llevó a proteger su hábitat para que se desarrollen en condiciones propias de su entorno y que no les generen ningún tipo de riesgo. A este esfuerzo de Juan Alberto, otras instituciones se han sumado para preservar este hábitat y garantizar la protección de estas especies.
«En la actualidad, la forma de percibir nuestras áreas ha sido diferentes, tanto desde la parte rectora como las mismas comunidades aledañas; nuestras jornadas diarias de patrullaje rutinario, limpiar el hábitat de los cocodrilos, pesarlos, medirlos, contar los dientes, ver que no tengan golpes, llevar un control de cuántos hay y la edad de cada uno», manifestó.
Por la naturaleza de sus actividades, Pérez dedica más de ocho horas diarias a trabajar en los manglares. Este ciudadano ha logrado convivir con estos enormes reptiles. Entre las funciones que ha desarrollado se destaca la colocación de cámaras para mantener observados a estos animales, de esa manera verifica si ocurren irregularidades provocadas por causas naturales o por la mano del hombre.

Desde su lancha, el hombre apaga los motores para no perturbar la tranquilidad de los animales. Cuenta que se deja llevar por la inercia de la corriente. Por un buen rato, su mente se desconecta de otras obligaciones para convertirse en un testigo del comportamiento de los cocodrilos. Debe estar muy atento a cada movimiento de estos animales, por si en algún momento tiene que retirarse de forma repentina para protegerse.
«Creemos que como guardarrecursos jugamos un papel importante en la sensibilización y la importancia de los servicios ecosistémicos que dan cada una de las especies que están en nuestros alrededores. Eso abre la oportunidad para cambiar la forma de pensar de las comunidades», expresó Pérez, satisfecho y orgulloso de lo que hace para conservar estas especies.
Asimismo, hizo el llamado a otros salvadoreños a que con pequeñas acciones contribuyan a la preservación de las especies, por ejemplo, no consumiendo los huevos de tortuga o no contaminando el ecosistema.