Hace 10 días, la pizarra de 6-0 ante Melgar fue un acta de sentencia para Llacuabamba. Con esa goleada en el bolso se tuvo que ir a la segunda división peruana. Ante eso, Kevin Santamaría, volante salvadoreño que jugó para los mineros desde febrero hasta la última fecha del certamen inca, no tuvo más que lamentar el descenso.
Pero también rescata que en lo individual pudo dar su aporte de buena manera a la causa y eso lo deja conforme hasta cierto punto. Por ahora, el cuscatleco desea volver pronto para compartir con su familia las fiestas de fin de año. Será en el país cuando decida su futuro. Por ahora tiene un año más de contrato con Llacuabamba. Luego, antes de emprender el retorno a tierras cuscatlecas, el mediocampista atendió a «Diario El Salvador», desde tierras incas.
¿Les puede quedar como consuelo que se hizo todo lo posible para evitar el descenso de Llacuabamba?
Luchamos hasta el final, para salvar al equipo. Hubo solo dos partidos en los que, la verdad, nos pasaron por encima, por decirlo así. Luego de eso le jugamos de tú a tú a los demás equipos. Eso fue lo vistoso de nuestro equipo. Lastimosamente, el fútbol es así y hay ocasiones en las que jugamos muy bien y perdimos. Hay que aceptar que el torneo no fue para nosotros. También debemos aceptar este descenso, que es lo peor del fútbol. A uno como profesional le duele bajar de categoría
¿Se puede decir que su futuro es seguir en segunda división con Llacuabamba, ya que tiene contrato con los mineros hasta el final de 2021?
Todavía no se sabe. Tengo contrato vigente, pero tengo unas cláusulas. Llegué a hablar con los directivos del equipo para que terminemos de la mejor manera en todo lo que falta para el cierre de año, es decir, estar al día y luego Dios dirá qué pasa más adelante. Solo estoy esperando eso y luego poder viajar a El Salvador.
¿Ya se ha planteado en frío la posibilidad de irse a jugar a segunda con Llacuabamba?
La verdad, solo Dios sabe dónde lo va a poner a jugar a uno. Estoy tranquilo con eso. Lo que más quiero ahora es tratar de asimilar esto que ha pasado. No solo es el descenso, sino que también ha sido un año muy complicado y lo que más quiero ahora es poder viajar a mi país y poder descansar ahora con mi familia. En El Salvador puedo ver las posibilidades que existen. Uno quiere jugar en la primera división de un país, es lo que uno sueña, anhela. Espero tomar la mejor decisión y darle para adelante siempre.
¿Cree que pese al descenso, este paso por el fútbol peruano pone alguna cuota de prestigio a su currículo?
Sí. No alcancé mi nivel, pero lo que hice acá fue sorprendente para mí. Era la primera vez que salía a Sudamérica. En Centroamérica se sabe lo difícil que es jugar en Suramérica. Creo que mi rendimiento, pese a la pandemia, fue bastante bueno. Traté de ayudar al equipo y eso me deja tranquilo. Me quedo con lo positivo que viví en el equipo. Disfruté poder jugar. Me da mucho crecimiento en lo personal el poder haber estado en el fútbol peruano.
¿Cree que es considerable la brecha que hay entre los balompiés de Centroamérica y Suramérica?
Sí, la verdad sí. Hay muchas gradas de diferencia. Lo están viviendo ahora Roberto Domínguez y Erick Rivera, quienes están en Bolivia, y Denis Pineda, en Ecuador. Ellos saben del nivel que hay acá en el Sur. Me siento contento de ver que Domínguez, Pineda, Rivera y yo hemos anotado en este lado. Eso lo motiva a uno. Nos damos cuenta de esa manera que tenemos mucho potencial para poder exportar.
Junto a Llacuabamba se fue a segunda, también, Alianza Lima, uno de los tradicionales en el fútbol de CONMEBOL. ¿Bajo qué clima se ha vivido eso en Perú?
Ha sido muy complicado. He visto dolidos a muchos amigos, que son hinchas de Alianza Lima. He visto a personas que han llorado en el día que descendió ese equipo. Es otro nivel de amor a los equipos. Es un equipo grande a escala internacional. para mucha gente, ha sido difícil vivir eso. Mucha gente que es hincha de ese equipo no creen que se han ido a la segunda división. Solo queda desearles lo mejor para que pronto vuelvan a la liga donde pertenecen.