Hace unos años, específicamente el 18 de enero de 2002, se estrenó en Estados Unidos la película «La caída del halcón negro», la cual narra la incursión de fuerzas de paz norteamericanas en una misión de Naciones Unidas en Mogadiscio (Somalia). Su objetivo era capturar al líder de las guerrillas de ese lugar, conocido como Aidid, y con ello finalizar el conflicto interno. La misión se complica cuando dos helicópteros Black Hawks son derribados; entonces, lo interesante y prioritario es rescatar a los soldados que quedan atrapados muertos o heridos por el accidente.
He querido matizar esta historia de forma breve para hacer una analogía de lo que ocurre en nuestro país con partidos políticos otrora grandes, pero que fueron terminando su vida política en caída libre producto de las malas decisiones estratégicas; me refiero en particular al FMLN, que se fundó el 10 de octubre de 1980, definiéndose, según sus estatutos, como una organización guerrillera y luego en partido político, constituido por cinco organizaciones con diferentes enfoques, pero con un mismo objetivo, el cual era derrocar por la vía de las armas a los Gobiernos en turno.
Debo decir que «los muchachos», como se les denominaba, lograron ganar mucha simpatía entre la población cansada del hartazgo que representaba vivir en condiciones de dictaduras militares. Lo cierto es que estos comenzaron oficialmente sus ofensivas militares el 10 de enero de 1981, unos cuantos meses después de haberse constituido como fuerza guerrillera, e iniciaron lo que se conoció como «guerra popular prolongada», o el enfoque de la «guerra de baja intensidad», acciones que le costaron al país miles de víctimas mortales, la mayoría civiles inocentes, y cientos de desaparecidos, desplazados y muchos lisiados con graves secuelas que hasta hoy siguen resintiendo el abandono de sus antiguos líderes (los comandantes guerrilleros), estos mismos que solo utilizaron a sectores como obreros, campesinos y estudiantes universitarios, pero que ahora se encuentran reducidos al grado de ser irrelevantes en la toma de decisiones de nuestro país.
No obstante ello, se les puede ver tratando de aprovecharse de situaciones de tipo coyuntural, para el caso en el contexto de las fiestas cívicas, en conmemoración de 203 años de independencia, participan mezclando lo que según la Ley de Símbolos Patrios es un acto puramente cívico.
Estos señores del FMLN buscan un respiro para obviamente prolongar su agonía política, o sea, la «crónica de una muerte anunciada» que se vislumbra al no tener nada que ofrecer a la población salvadoreña, pues ellos fueron parte de una dictadura partidocrática de 30 años, de los cuales fueron electos para dos períodos, o sea, 10 años fatídicos, pues allí se vio como un socialista o comunista cambia sus ideales por «unos dólares más», aunque fueron millones al final de la gestión, y ahora son considerados como uno de los partidos políticos más corruptos.
Digo considerado partido pues siguen legalmente inscritos, aunque en la práctica son solamente un movimiento político que ahora actúa bajo la sombra del carroñerismo, buscando aprovechar situaciones como el caso de los afectados por Cosavi, ofreciendo servicios de representatividad jurídica y politizando un tema que tiene carácter judicial. Habrá que estudiar e investigar si no existe una estafa disfrazada de parte de esta gente tratando de aprovechar la problemática de los afectados de la entidad mencionada.
Por el momento no se vislumbra en el horizonte inmediato un liderazgo fuerte y que tenga presencia para representar a este partido, en particular en un futuro proceso electoral. Su caída es inminente y solo será cuestión de meses para conocer el triste final de la caída de un halcón que otrora fue un partido revolucionario, socialista y de masas, ahora reducido a pequeños grupúsculos de personas que aún mantienen una utopía o un sueño irrealizable.
Me preguntan por qué dedico estas líneas solo al FMLN, tranquilos, ya viene para ARENA en otro artículo.