El surgimiento de «Diario El Salvador» ha generado una nueva dinámica en el panorama de los medios de comunicación, no solo porque es un hecho atípico que haya un nuevo periódico en una época que ve morir las publicaciones impresas —premisa impuesta por la lógica mercantilista de fríos hombres de negocios que desechan expresiones periodísticas porque no generan ingresos—, sino porque representa el surgimiento de una voz que la prensa corporativa buscaba acallar.
Este periódico expone el otro lado de la historia. Los medios de comunicación tradicionales han servido durante décadas a un mismo propósito, leales al grupo de poder económico dominante. Esto tiene un enorme valor, ya que representa la expresión de una parte de la población con el afán de controlar la narrativa nacional.
Sin embargo, «Diario El Salvador» ofrece periodismo desde una perspectiva vedada en la mayoría de los medios de comunicación, sin que esto sea una deficiencia; al contrario: mantiene la rigurosidad periodística y la amplitud de temas; además, consulta a la mayoría de los actores nacionales.
Los que se ufanan de defender los valores democráticos no pestañean en atacar a sus críticos, como les pasó a los colegas de Noticiero El Salvador que fueron expulsados de la cobertura de una actividad de ARENA, partido que se jacta de defender la libertad de expresión pero que nunca ha dudado en presionar a los periodistas y en manipular las agendas de los medios de comunicación.
La existencia de diferentes líneas editoriales fortalece la democracia y permite a los ciudadanos conocer diversos puntos de vista para formar el propio. Considerarse el dueño de la verdad no es más que arrogancia y vanidad. La verdad es un fenómeno complejo al que los periodistas debemos acercarnos para abordarlo con todas las herramientas posibles, a fin de presentar un retrato completo. Una sola narrativa no puede, por sí sola, contener toda la verdad; tendrá una parte de ella, quizá grande, quizá pequeña, pero es eso: una parte.
Cada día, la lucha de los medios de comunicación se da en todas las plataformas para seducir a las audiencias. Ese es el juego democrático. Y será el veredicto popular el que defina cuál es la opción periodística más aceptada.
En «Diario El Salvador» le apostamos a presentar una gran variedad de temas e investigaciones para que lleguen a la mayor cantidad posible de lectores. Es un compromiso que vamos a cumplir con creces.
«La existencia de diferentes líneas editoriales fortalece la democracia y permite a los ciudadanos conocer diversos puntos de vista para formar el propio. Considerarse el dueño de la verdad no es más que arrogancia y vanidad».