Este informe, realizado por la agencia CE Delft para la Alianza Europea para la Salud Pública (EPHA), una plataforma de onegés con sede en Bruselas, estudia 432 ciudades de los 27 países de la Unión Europea, así como Reino Unido, Noruega y Suiza.
El informe destaca los tres contaminantes principales del aire -las partículas (PM), el dióxido de hidrógeno (NO2) y el ozono (03)- así como los costes sociales que entrañan, tanto directos, como los relacionados con los cuidados; e indirectos, como la reducción de la esperanza de vida o las enfermedades como bronquitis crónicas graves.
Londres es la ciudad donde este coste es más alto (11.400 millones de euros), seguida de Bucarest y Berlín. París llega en séptima posición, según el informe.
«Nuestro estudio revela hasta qué punto un aire tóxico es perjudicial para la salud y también cuán importantes son las desigualdades existentes entre los países de Europa», comenta el secretario general de la EPHA, Sascha Marschang, citado en un comunicado de la asociación Respira.
«La situación puede mejorarse con políticas públicas en materia de transportes y las ciudades pueden reducir los costes alentando la movilidad no contaminante», prosigue.
La polución del aire de las ciudades, donde viven dos tercios de los europeos, se debe a varios factores: transportes, calefacción, las actividades industriales o agrícolas.
Ante la dificultad de evaluar con exactitud la parte correspondiente a cada uno de estos sectores, el informe se centra en los transportes, la mayor fuente de contaminación del aire urbana, y estima que un aumento del 1% en el número de autos en una ciudad aumenta los costes sociales en cerca del 0,5%.
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En 2016 la contaminación producida en la Unión Europea por los transportes se traducía en un coste de hasta 80.000 millones de euros (94.600 millones de dólares).
«Hay que hacer esfuerzos a favor de transportes menos contaminantes: caminar, bicicleta y vehículos eléctricos»,
dice Olivier Blond, director de la asociación Respira.
La contaminación del aire es responsable de 400.000 muertes prematuras por año en Europa, según la Agencia Europea del Medioambiente (AEE), aunque este dato podría estar subestimado.