Caminar sobre las calles de la comunidad Las Brisas II, en San Salvador, se ha convertido en un recorrido lleno de malestar debido a olores desagradables muy fuertes que provienen de la planta de transferencia Aragón, que se encuentra aproximadamente a 10 metros de las casas de unas 60 familias que habitan en dicha comunidad.
Según relataron algunos ciudadanos, el olor de la basura acumulada a cielo abierto ha generado una fuerte contaminación. Esto implica que en el aire se mantienen olores irritantes de forma permanente, lo que ha afectado las actividades que realizaban antes con normalidad, como descansar o comer.
Además, el problema les ha generado alergias, dificultad para respirar y malestares gastrointestinales. Según dijo Alma Iris Alvarado, de 40 años, varios vecinos han presentado dolores estomacales, diarreas e infecciones. Ella teme por su hijo de un año, a quien debe cuidar constantemente de insectos que provienen de la planta, como moscas, cucarachas y gusanos.
«Con las lluvias el problema se ha intensificado. Los lixiviados se van al río y se esparcen por toda la calle. Tenemos a unos metros un grave foco de infección. Los niños no pueden salir a los patios porque corren un grave riesgo de hasta marearse con ese olor tan feo», comentó Alvarado.
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Modesto Rivas, un habitante de 60 años, narró que durante años han luchado para que la planta de Aragón sea clausurada por no contar con los permisos ambientales para operar.
«El riesgo de enfermedades y de inundaciones se ha mantenido, pero ahora con esta acumulación de basura estamos en un grave peligro. Les pedimos a las autoridades que solucionen lo antes posible el problema, porque se está generando una situación de enfermedades y sufrimiento. Ya no estamos bien ni en nuestras casas», dijo.
El puente de agua que abastece a la comunidad se encuentra a unos 30 metros del promontorio principal de basura. Los habitantes lo han cubierto con láminas para evitar que se contamine; sin embargo, consideran que no es suficiente para contener el riesgo.