Estamos en tiempos complicados y difíciles para las naciones, unas luchando por sobrevivir y otras tratando de imponer su poder hegemónico en un mundo donde se debaten las teorías evolucionistas y materialistas, filosofías como el existencialismo ateo y también las diversas religiones, con el único propósito de encontrar una solución a este mundo tan convulso y cambiante. De toda esta gama de problemas en los que la humanidad está inmersa, la más peligrosa es la deshumanización de la raza humana, impulsada por una corrupción y moralidad galopante que afecta todos los sectores de la sociedad, incluyendo la religión.
Estamos al borde de conflictos mundiales provocados por la ambición de poder, o para sustraer las riquezas de otras naciones, o por fanáticos religiosos que consideran las guerras como acciones santas, que los lleva a la salvación, es decir, vivimos en un mundo revuelto entre el fanatismo religioso o los que quieren imponer su poder hegemónico económico y militar.
La Biblia, escrita hace más de 2,500 años, ya nos señalaba hacia dónde la historia se iba a dirigir y el final caótico de esta humanidad rebelde. La verdad es que ningún libro escrito en la historia del hombre se compara con la Biblia, donde se pueden encontrar evidencias arqueológicas, genéticas, políticas, históricas, físicas, filosóficas y proféticas. Nos damos cuenta, aunque estemos en el siglo XXI, de que todas las corrientes de pensamiento creados por el hombre, ilógicos e irracionales como el materialismo dialéctico y el existencialismo ateo, solo lo han llevado al fracaso, de tal manera que somos la primera generación capaz de destruirnos en segundos debido al alto armamento nuclear del cual se jactan las grandes potencias para imponerse a otros.
Las naciones, cada vez más, entran en conflicto, el Medio Oriente es una olla hirviendo, al punto de que ya se habla de una tercera guerra mundial y las sociedades han perdido la brújula sin saber qué hacer.
El hombre no ha entendido que la Biblia es el regalo más hermoso que Dios nos regaló, como el código de conducta y moral de cómo deberían conducirse las familias y las sociedades; ni el código de Hammurabi ni el budismo ni el islam ni el hinduismo contienen las leyes morales y civiles hasta de cómo deberían ser las formas de gobierno que encontramos en los 66 libros condensados en la Biblia.
Es imposible que el hombre, con el apetito natural de su corazón egoísta, pudiera haber inventado los 10 mandamientos; sin embargo, en estos tiempos todas esas enseñanzas están siendo más despreciadas y desvalorizadas, la cultura y la sociedad cada vez se hunden más y más sin que nos demos cuenta; todo va girando al ritmo de la moda, desgraciadamente hasta muchas religiones van al ritmo de la moda, donde la inmoralidad y la depravación ha llegado a ser tan normal que cada quien hace lo que le parece, llamándoles algunos un asunto de buenas costumbres.
Si este es el mundo en que vivimos hoy, quién nos va a dictar las normas de conducta, quién nos va determinar qué es el bien y qué es el mal. Si la moral nos relaciona a una norma de conducta, quién nos va a dictar esa buena regla de conducta.
Es imposible que los seres humanos definan lo que es bueno o malo, porque caen en relativismo, lo que para uno es malo, es bueno para otro. La Biblia es el único libro que sí nos define muy bien lo que es malo o bueno, como único libro de regla y moral, ya que el hombre es imposible porque no es Dios, y solo Dios es omnisciente y conoce la naturaleza de la raza humana. Si no, veamos el ejemplo: vivimos en el siglo donde la ciencia y la tecnología han alcanzado grandes niveles; sin embargo, ha sido el siglo donde más sangre se ha derramado con más de 100 millones de muertes entre dos guerras mundiales y revoluciones.
¿De qué nos ha servido estar en una sociedad inteligente, la era de la PC, del iPhone, del internet, de la inteligencia artificial, sin darnos cuenta de que interiormente nos estamos desintegrando moralmente? No cabe duda de que al sacar a Dios de nuestra mente y corazón nos volvemos irracionales y más inmorales. Es la soberbia humana la que considera que es capaz de resolver la problemática mundial, porque no quiere creer en Dios, y esta ha sido la causa de la deshumanización de la raza humana.