Este 28 de febrero se escribió historia, sí, historia y de la buena. La población salvadoreña valientemente acudió a las urnas a darle la confianza a Nuevas Ideas, al partido que representa su esperanza y que en la persona del presidente Nayib Bukele encarna el anhelo por un país con futuro, visión y desarrollo.
No era una tarea fácil, en medio de una pandemia y ante una cruzada de voces de los mismos de siempre que desde sus aparatos de comunicación y sus portavoces disonantes, auguraban que el abstencionismo sería el gran ganador y que, además, sería imposible que el pueblo le diera la mayoría calificada a un solo partido porque estaba fuera de toda lógica e inclusive, centros de estudio de prestigiosa data y que sus propios estudios lo habían afirmado, negaron esta posibilidad. Pero no, el pueblo salvadoreño fue valiente y con su voto, ha reafirmado su confianza en el presidente Nayib Bukele y el partido Nuevas Ideas, quienes nos sumaremos a su proyecto ya, desde espacios de elección popular, donde será nuestra obligación responder a las demandas de transformación que tanto se han esperado con ansías interminables nuestro pueblo.
No es casualidad, pero en 2021 la región centroamericana celebrará el aniversario 200 de la independencia del poder imperial español y nuestro país particularmente, a partir del 1.º de mayo, comenzará un nuevo ciclo histórico. Coincidentemente, es lo que hace 200 años esperábamos, una oportunidad de darle a nuestra gente dignidad y la posibilidad de encontrar un rumbo que conlleve a un desarrollo social, económico y equitativo para toda la población; el tiempo es ahora.
La tarea adscrita no será nada fácil, ya hubo otros intentos y fracasaron, verbigracia, los Acuerdos de Paz de 1992, que han sido cuestionados y aunque sus apologetas quieran nublar con la sombra del negacionismo, lo que sí es claro que su espíritu se perdió y al final el acuerdo solo fue para que ellos «los mismos de siempre» construyeran su democracia para sus intereses de grupo.
Por tal razón, hoy es el momento de asumir el reto y darle a nuestro país todo el aporte posible para lograr el anhelo de una paz sostenible, un progreso digno y una sociedad equitativa, donde la justicia social y la solidaridad impere sobre el individualismo y la avaricia que heredaron por generaciones una clase política nefasta y vil. A partir del 28 de febrero, el pueblo salvadoreño ha escrito en letras de oro el rumbo de un nuevo país.