«La mayoría de las personas tiene una mirada muy negativa sobre los diferentes cambios, tanto físicos como emocionales, que se producen en la etapa de la vejez».
«A ese señor hay que atenderlo como a un niño»; «a la abuela hay que tratarla como a una niña de cinco años, hay que repetirle las cosas muchas veces»; «miren a esos adultos mayores, parece que han regresado a la etapa de su niñez». Son algunas de las expresiones que a diario escuchamos en el ambiente hogareño, en las reuniones familiares, en las instituciones de servicio público, en las entidades bancarias, en los centros comerciales y en otros espacios más. No nos damos cuenta de que esas expresiones constituyen una forma de maltrato.
La mayoría de las personas tiene una mirada muy negativa sobre los diferentes cambios, tanto físicos como emocionales, que se producen en la etapa de la vejez. Tenemos muchos prejuicios y mitos que nos hacen rechazar y ser intolerantes a las personas que ya sobrepasan los 70 años o más; y en otros casos se nos hace mucho más fácil tratarlos como niños que buscar el apoyo profesional necesario para brindarles un trato adecuado y digno, acorde a la etapa de la vida en la que se encuentran.
En la columna anterior hablamos de lo natural que parece para algunos de nosotros la marginación y la discriminación de las personas por el hecho de ser mayores de 60, 70, 80 o 90 años, o por encontrarse en una etapa de la vida en la que se enfrentan al padecimiento de alguna enfermedad que les ha provocado la pérdida parcial o total de sus recuerdos.
Considerar a los mayores como niños es una de las formas más frecuentes de maltrato y de violencia psicológica que afecta emocionalmente a las personas de edad y provoca una subestimación de sus capacidades físicas y mentales.
Tratarlos como niños pequeños va provocando en ellos una pérdida gradual de su autonomía, de su independencia y de la capacidad de hacer las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, como bañarse, vestirse, preparar sus alimentos, hacer sus compras, ir al médico, utilizar la tecnología para comunicarse, socializar con personas de su misma edad, entre otras.
Esta infantilización produce en las personas mayores graves estados de depresión, aislamiento social, baja autoestima y mucha tristeza, lo que contribuye en gran medida a que ellos consideren su vejez como una etapa muy negativa y sea esta la imagen que ellos proyecten hacia las demás personas.
El modelo de atención integral que implementamos en Casa San Miguel nos permite ofrecer servicios de cuidados a personas adultas mayores en espacios cómodos, con una atención de calidad, con personal capacitado en gerontología y geriatría, promoviendo siempre su independencia, autonomía, privacidad y funcionalidad. Nuestro objetivo es que las personas de edad puedan gozar de una vejez activa que les permita mantenerse autosuficientes hasta donde les sea posible.
Propiciar un envejecimiento activo y saludable en las personas mayores arrojará como resultado un mejor aprovechamiento de todas las oportunidades para gozar de un bienestar físico, psíquico y social durante el curso de la vida.
La etapa de la vejez no debe ser sinónimo de incapacidad, enfermedad, demencia o aislamiento social, ni mucho menos la causa para tratarlos como niños. ¡Sigamos practicando el buen trato hacia las personas mayores! Hagamos la diferencia, brindémosles el respeto y la admiración que se merecen, no perdamos de vista que todos vamos hacia esa etapa de la vida y, sin duda alguna, vamos a querer también que nos traten con dignidad.