En la precolombina ciudad de Chalchuapa, en Santa Ana, hay un cráter con agua conocido como la laguna Cuzcachapa, que posee una forma ovalada y un fondo plano. La laguna es un lugar mítico que resguarda varias leyendas ancestrales.
Algunas personas la describen también como una cueva que conecta con el templo ceremonial del Tazumal y con el sitio arqueológico Casa Blanca. Chalchuapa es una de las ciudades más longevas del país y el asentamiento donde habitaron grupos pocomames y pipiles.
Sobre este espejo de agua, algunos chalchuapanecos cuentan una leyenda popular sobre un ser misterioso que es el espíritu de una mujer que vendía tamales.
Según el imaginario colectivo de los chalchuapanecos de antaño, en la laguna Cuzcachapa aparecía la tamalera que cocinaba en una cueva y salía a las 12 de la noche.
Relatan que las personas que pasaban por ahí miraban un fuego dentro de la cueva y creían que era para calentarse; sin embargo, quienes se acercaban un poco percibían un olor irresistible a tamales. Los que vencían el miedo, miraban al fondo de la cueva a una señora de espalda encorvada que al salir llevaba a cuestas una pesada olla. Al ver que la señora vendía tamales, las personas le comenzaban a gritar que querían comprarle, pero esta no las escuchaba y continuaba su camino en la noche con la olla apoyada en la cabeza caminando e ignorando los gritos de quienes le hablaban.
Este ecosistema en la actualidad también se ha convertido en un sitio para hacer ejercicio; y durante las mañanas es visitado por las familias que disfrutan de un espacio de sano esparcimiento.