¿Cuántos libros hemos leído a lo largo de nuestra vida? ¿Qué enseñanzas acumulamos después de una buena y entretenida lectura? ¿Cuál es nuestro libro favorito? ¿Nuestro vocabulario y los conocimientos se han ampliado después de leer una obra literaria? ¿Qué libro estamos leyendo actualmente?
La lectura, independientemente de la edad que tengamos, es uno de los mejores hábitos, pues conlleva múltiples beneficios para la salud mental, y por ende para todo nuestro organismo. Leer un buen texto es un deleite, un viaje placentero a los más variados y misteriosos escenarios; además de ser uno de los mejores y más sencillos ejercicios mentales que existen.
De acuerdo con múltiples investigaciones, estudios e informes desarrollados a lo largo de los años por profesionales de las ciencias neurológicas y de la psicología, la lectura nos ayuda a mantener activo nuestro cerebro y, más aún, contribuye a prevenir el deterioro de algunas funciones cerebrales que se pueden ver afectadas por ciertas patologías sufridas en la etapa de la vejez.
¿Por qué entonces es tan importante practicar la lectura en la vida cotidiana de las personas adultas mayores? Muy sencillo: porque les ayuda enormemente a prevenir el deterioro cognitivo o las demencias, entre estas la enfermedad de Alzheimer. No hay nada más eficaz y beneficioso que practicar la lectura todos los días.
En el centro de día de Casa San Miguel contamos con clubes de lectura en los cuales las personas mayores seleccionan un libro, se reúnen formando un círculo, hay una persona que cumple la función de relator o animador y luego comparten entre ellos la interpretación individual del texto, así como también sus dudas y las enseñanzas que les deja dicha lectura.
Hay decenas de libros a disposición de nuestros usuarios y hay también personas de edad avanzada que disfrutan la lectura de al menos un libro cada semana. Tal es el caso de doña Paquita, una enérgica señora de 88 años, maestra de profesión, que cada semana comenta con sus compañeros los dos o tres libros que está leyendo de manera simultánea, sumado a esto todos los que ha disfrutado a lo largo de su vida.
O el caso de don Salvador, un corpulento y bondadoso ser humano, contador de profesión, quien a sus 86 años, luego de tomar su almuerzo y una confortable siesta, busca ávidamente un nuevo libro para leer, acompañado por una humeante taza de café y rodeado de la naturaleza que predomina en los jardines del centro de día.
Hay quienes prefieren leer los periódicos digitales o impresos; disfrutan leyendo versículos y capítulos enteros de la Biblia; se entretienen mirando diferentes revistas, desde aquellas dedicadas a la moda hasta las más especializadas como las de arte, ciencias o medioambiente.
No importa el género o el tipo de libro que escoja para leer, lo fundamental es crear y fomentar este hábito que científicamente está comprobado que favorece la capacidad de concentración, la observación y la atención de las personas adultas mayores, además de proporcionarles bienestar y relajación, que contribuyen a tener una mejor calidad de vida.