Un nuevo estudio hacia la aprobación de la ley general de aguas tendrá que iniciarse en la Asamblea Legislativa (AL) cuando, con voluntad política, los diputados retomen el estudio y modifiquen las pretensiones anteriores de acomodar la ley a intereses particulares, vale decir a intereses privatizadores.
La necesidad de una regulación del vital líquido como indiscutible bien público no es de ahora. Desde hace varios años, algunos proyectos han permanecido ignorados por los diputados —o acaso no estudiados por no corresponder a determinados intereses— a pesar de ser una ley de urgencia nacional.
Si la actual AL, con un borrón y cuenta nueva, ha enviado al archivo por obsoletos los proyectos relacionados, que durante años han estado engavetados, la población esperaría —y así parece que va a suceder— que se retome el tema a la brevedad posible mediante un nuevo proyecto de la ley general del agua, que reafirme el recurso como derecho humano y como el bien público que es.
El tiempo urge y el cambio climático no perdona. Por eso, científicos de la rama, organizaciones populares y diversos sectores siempre han mostrado interés sobre el agua y su distribución, sobre todo hoy, buscando opciones de aprovechamiento del vital líquido, precisamente cuando los devastadores rigores del cambio climático son cada vez más evidentes.
A finales de los noventa, desde mi ejercicio periodístico, decidí investigar sobre el agua, su escasez, y, sobre todo, la posibilidad de inminentes conflictos entre poblaciones por el precioso líquido, además de lo expresado sobre el cambio climático.
Un día entrevisté al doctor Francisco Rafael Castro Schott, reconocido químico salvadoreño e investigador científico, ya fallecido, y sus declaraciones me parecieron preocupantes, sobre todo, al pronosticar una inevitable «guerra por el agua». El 15 de septiembre de 1997 en «Diario El Mundo» publiqué la entrevista titulada: «Escasez y contaminación: El Salvador al borde de la guerra por el agua».
«En El Salvador estamos en el inicio de la guerra por el agua», afirmó el doctor Castro Schott, frase que entonces me pareció alarmista, sin sentido e inconveniente. Pero no, el profesional la justificó diciendo que «será la guerra de unos contra otros, de comunidades contra comunidades, de instituciones contra instituciones y ante la escasez y contaminación del agua, el imperativo es volver por la defensa de los mantos acuíferos que vayan quedando, como una situación generalizada no solo a nivel de algunas zonas, sino del territorio en general».
«Es la consecuencia de la devastadora e implacable deforestación, como también de la falta de tratamiento adecuado del agua para evitar su contaminación», reiteró Castro Schott.
Luego, planteó una propuesta para purificar el agua: «Propongo el saneamiento del agua de ríos, lagunas y pozos, usando la semilla de la “Moringa oleifera”», reafirmando que la «Moringa oleifera» (nombre científico) es conocida en El Salvador como terebinto, marango, jacinto o rábano picante, muy conocida en sitios como La Herradura, El Paisnal y en la zona oriental del país.
Para concretar su propuesta, comentó: «Una sola semilla molida de moringa (que equivale a 200 miligramos) es suficiente para purificar un litro de agua, eliminando los coliformes de todo tipo e incluso la cercaria (larva que ni siquiera el cloro puede matar). Incluso aplicada a una muestra de agua de cloaca, la semilla de moringa dejó a cero el nivel de coliformes fecales. Pero, además de efectivo —continuó el Dr. Castro Shott—, el método de desinfección con esta semilla es sumamente económico. Según cálculos, purificar 10,000 m³ de agua tendría un costo de apenas $0.30. Otra ventaja: constituye una alternativa completamente natural, lo cual la hace preferible frente a opciones como el cloro y otras sustancias químicas.
Señalo estos conceptos y referencias sobre esta semilla para la purificación del agua por lo valioso de la entrevista que me concedió Castro Schott. Otros investigadores como él quizá tomen estas y otras ideas para impulsar proyectos para mejorar la calidad del agua y para bien del sistema ambiental.