Sábado y domingo, religiosamente, José Silverio Juárez agarra sus baquetas y percuta los listones de madera de la «marimbona», así han bautizado al instrumento que tocan en la pupusería Nelly´s, un rincón familiar y acogedor en la colonia Miramonte y avenida Bernal.
José Silverio llega cada fin de semana y desde las 6:30 de la tarde hasta las 8:30 hace lo que más disfruta en la vida: tocar la marimba.
Lo hace a cuatro manos en compañía de uno de sus nietos, José Alexander Juárez Méndez. Sus conciertos hacen de las noches del fin de semana una velada dulce y amena para todo el que los escucha.
Su historia es la de un talento que se ha heredado y se niega a salir de la familia Juárez.
José espera cumplir, «si Dios se lo permite», 72 años en julio. Recuerda que su amor por la marimba comenzó cuando tenía 8 años en el cantón antes llamado Guadalupe, hoy conocido como el Zapote Abajo, en Ayutuxtepeque. En ese entonces, el pequeño José veía con entusiasmo al Tío Jerónimo y su Marimba Alma Seductora. Comparte haber suplicado a su mamá por el permiso para ir y practicar, pero era muy pequeño y el tío vivía a un kilómetro y medio de distancia.
Cuando cumplió 12 años recibió el tan anhelado permiso, así que no desaprovechó cualquier tiempo libre para aprender. «No es fácil, pasé como dos años en comunión para aprender», cuenta con la misma emoción de cuando era un pequeño.
José acompañó al tío a conciertos en el mismo cantón y en varias haciendas, aprendió a tocar bien y a sacar las más finas y alegres melodías de la noble madera de marimba. Los años pasaron y por diversas razones aquella agrupación dejó de existir, pero José jamás abandonó su pasión y talento.
Para él tocar marimba no es un oficio, es un talento con el que nació, un regalo especial para pocos: «Lo que me inspira en este campo, que es un talento que no todas las personas tienen porque no traen para eso, es que me ha dado alegría y satisfacción».
Años después, cuando cumplió los 19 de edad, logró comprar su primera marimba tenor. Así se formó un grupo entre la familia Juárez, todos ahora hombres mayores pero activos, y en honor a la reconocida marimba guatemalteca la bautizó como Marimba Maderas de Mi Tierra.
Antes de la pandemia eran habituales sus recitales entre ocho y 12 integrantes. José dice que resistió el tiempo de la cuarentena alternando con su trabajo como jornalero, pero desde que se abrieron nuevamente los espacios públicos los han vuelto a solicitar para fiestas y eventos privados, pero con la petición de que la agrupación sea entre tres y cuatro integrantes, como medida ante la COVID-19.
El grupo completo sigue activo y listo. En esta nueva modalidad se ha avivado el talento de la familia en otra generación, los nietos. Dos de ellos han recibido el tesoro del abuelo y han aprendido a apreciar la marimba como él.
El mayor, Óscar Antonio Iraheta, comenzó a aprender desde que tenía 14 años, ahora tiene 21. Mientras que José Alexander cumplió 15 años, tres de ellos aprendiendo y tocando marimba.
Los tres tratan con respeto y cuidado el instrumento, lo conocen muy bien. Ha sido un regalo para la eternidad de su abuelo José, quien no tiene reparo en enseñar y en compartir lo que tanto lo llena de orgullo.
«Esta es una marimba de dos partes, se separan para moverse y luego se unen. Estas maderas de abajo son los sifones, allí hace vibración la madera con cada golpe con las baquetas. En este lado (justo a la par del músico) está el doble bajo, que da la consonancia de los ritmos; sigue la armonía, que es la segunda voz y la melodía de la canción. En la otra parte que son los signos o los dominantes. Y aquí usted hace el solfeo», indica mientras toca con las baquetas.
También explica que hay una baqueta para cada tono, la más blanda es para el doble bajo y las más duras para la armonía, la vara está hecha de madera y el mazo es recubierto con un caucho que viene del árbol de hule.
Todo esto y más lo saben ambos nietos, quienes han interiorizado su amor y respeto por la marimba, han abrazado la herencia del abuelo tanto que ven en su arte un medio de vida para su futuro.
¿Qué es lo que más les gusta de tocar marimba? «Nos ha permitido conocer lugares, pero también es que uno se expresa con la música», dice Óscar.
Para José Alexander se trata también de visitar espacios, conocer gente y lugares y de tocar canciones lindas y que pueden interpretar con su instrumento.
El repertorio del abuelo es variopinto y tiene para cubrir un recital de tres horas a una razón de más de 60 piezas.
Los jóvenes le siguen el paso y ante cualquier petición tienen afinada la melodía. Puede ser desde «El Carbonero», «La Bikina» o «Con zapatos de tacón».
«Señorita, ya tengo más de 25 años de estar de lleno con la marimba. Tenemos música para bailar, para recordar. Usted dígame cuál quiere escuchar y nosotros tocamos», dice José con un entusiasmo por deleitar en todo momento con el dulce sonido de su instrumento.
Los jóvenes y su abuelo siempre están disponibles para eventos y fiestas privadas. Así como deleitar cada noche del sábado y el domingo. No necesitan más publicidad que su talento y los números de contacto que siempre están visibles en la marimba.