Los componentes de la pólvora y el humo que genera pueden complicar la condición de las personas que padecen de rinitis alérgica y agravar enfermedades como el asma, la COVID-19, la bronquitis o la fibrosis pulmonar, ya que podrían causar un aumento considerable de los síntomas o el deterioro del padecimiento.
Estas afectaciones se generan debido a que la pólvora tiene componentes altamente irritantes que se esparcen en el aire y se trasladan a varios metros de distancia. La pólvora está compuesta de nitrato de amonio, que contamina el aire en forma de óxido nitroso, y de clorato de potasio, que puede irritar la piel y las vías respiratorias.
También contiene azufre, que al combinarse con el oxígeno forma óxido de azufre, un gas con un olor muy irritante. «Cuando la pólvora ingresa a las mucosas, irrita a las personas alérgicas, les causa frecuentes estornudos y el aumento en la producción del moco. Pero a los pacientes asmáticos, el humo de la pólvora les puede provocar una crisis asmática que puede ser peligrosa», advirtió el doctor Francisco Hernández.
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Es por ello que la pólvora afecta a las personas que la manipulan, pero también a los observadores; ingresa al tracto respiratorio en forma de partículas, que se instalan en la nariz, la laringe y los bronquios, y causan reacciones de hipersensibilidad e incluso puede provocar que el árbol bronquial se cierre un poco.
Los pacientes que han padecido la COVID-19 con cuadro grave deben evitar exponerse, porque tienen un daño pulmonar que puede generar síntomas fuertes, como una crisis de tos. Así también, aquellos pacientes que tienen actualmente la enfermedad, aun si no tienen síntomas fuertes, deben evitar el contacto con el humo, porque dichos síntomas pueden aparecer. Otros de los efectos más frecuentes son lagrimeo constante, estornudos, picazón, ardor en los ojos y sensación de ahogo.
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El padecimiento se puede agravar si la quema de pólvora ocurre en espacios cerrados. Lo más recomendable es buscar los espacios abiertos, donde haya buena circulación de aire. Como medida preventiva, también se puede tomar un antialérgico antes de percibir el humo contaminante. En el caso de las personas asmáticas, deben llevar consigo el medicamento que utilizan. «También se hace un llamado a los papás para que no expongan a los niños menores de cinco años, porque ellos tienen las vías respiratorias más inmaduras y sensibles. La pólvora les empeora los síntomas en la nariz, la garganta y la tráquea. Se recomienda darles bastante agua porque ayuda un poco a disminuir la irritación», mencionó Hernández.
Según la pediatra Margarita Rodríguez, los niños con problemas respiratorios tienen predisposiciones que aumentan el riesgo de generar síntomas fuertes ante la pólvora. «El rastro de la pólvora es un problema porque entra a la nariz o al bronquio y hace que se inflamen, y aumentan los síntomas de alergia», comentó Rodríguez.

FOTO: Diario El Salvador.