Abnegado por el torrencial aguacero que el cielo lloró sobre Cuscatlán, el césped no se prestó para el juego bonito, para exhibir la fantasía o el pase quirúrgico, pero si para sacar a relucir la garra, la entrega y el orgullo por los colores patrios. Aquí se impuso el azul de El Salvador que firmó su primer gol y su primera victoria en el octogonal eliminatorio rumbo a Catar 2022.
Así, ante cruel escenario que trajo a memoria aquel 22 de junio de 2008, los pupilos del profesor Hugo Pérez, que tienen la orden expresa de intentar llegar al área rival con salida limpia debieron apostar de inicio por el trazo largo para saltar línea, y eso provocó un duelo parejo ante un Panamá que apostó por el mismo recurso. Sin embargo, conforme el juego entró en calor, la Azul comenzó a encontrar su ritmo, su estilo de juego a ras de piso y las asociaciones que pintaban destellos de esperanza sobre un horizonte tan oscuro y tan frio como la noche.
Fue Joaquín Rivas quien repicó la campana para anunciar que el gol estaba a la vuelta de la equina, y que sí, que esta vez haría acto de presencia para acabar con una sequía que cruzó los 300 minutos solo en juego de eliminatorias mundialistas. El gol había sido esquivo y si se quiere huraño con los nuestros en los partidos contra Estados Unidos, 0-0, Honduras 0-0 y en la derrota 3-0 ante Canadá, pero no hay «mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista».
Y así quedó demostrado. En el 22´, que probó suerte, Rivas, apareció oportuno el meta Luis Mejía para atorar el grito de gol a la hinchada azul congregada en las gradas y butacas del Cuscatlán, y luego, en el 36´, hizo lo mismo con un misil de Enrico Dueñas, pero la pelota volvió caprichosamente al botín derecho del «20» cuscatleco y en esta ocasión la mandó a guardar al fondo de la portería para el delirio de los salvadoreños.
La anotación no solo encendió los ánimos en las gradas y sino también sobre pasto, pero faltó tiza y precisión para bajar la persiana del primer acto con un marcador que permitiera evitar el dramatismo y los nervios del complemento.
Con el orgullo tocado los canaleros jugaron con el cuchillo entre los dientes y obligó a la Selecta a replegarse y apostar por la contra. Bajo esa estrategia tuvo la Azul el segundo en los botines de Rivas, pero falló y obligó a seguir con el rosario en la mano hasta el pitazo final que sentenció el 1-0.