Este final de misión era esperado, ya que la sonda funcionaba con muy poca energía desde hace varias semanas, debido al polvo marciano acumulado en sus paneles solares, un fenómeno que había sido anticipado desde el principio por la agencia espacial estadounidense.
«Si bien decir adiós a una nave espacial siempre es triste, el fascinante trabajo científico realizado por InSight es motivo de celebración», dijo Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la NASA, en un comunicado.
Equipado con un sismómetro ultrasensible de fabricación francesa, InSight ha registrado más de 1.300 «Marsquakes», algunos de los cuales fueron causados por impactos de meteoritos.
Uno de ellos, ocurrido hace un año, fue tan poderoso que arrojó bloques de hielo sobre la superficie marciana.
La última señal recibida de InSight fue el 15 de diciembre. Desde entonces, la NASA ha intentado establecer contacto con su dispositivo en dos oportunidades, sin éxito, lo que llevó a los equipos a concluir que las baterías de la sonda se habían agotado.
La agencia espacial estadounidense seguirá a la escucha de una posible señal, «por si acaso», pero esta eventualidad es considerada «muy improbable», según explicó en un comunicado.
Gracias al análisis de las ondas sísmicas que atraviesan las entrañas del planeta, la misión permitió conocer más sobre las capas interiores de Marte.
Los científicos pudieron confirmar que su núcleo es líquido y determinar el grosor de la corteza marciana, que es menos densa de lo que se pensaba.
La misión ya se había extendido gracias a una osada limpieza de los paneles solares: el brazo del robot se había hundido en el suelo y arrojaba suavemente tierra marciana sobre sí mismo durante los días de viento.
El viento se llevó entonces esta tierra, arrastrando consigo parte del polvo acumulado en los paneles.
La sonda InSight llegó a Marte en noviembre de 2018.