Hace unos años vi la película «La tormenta perfecta», que narra cómo una tormenta de grandes dimensiones arrasa con casi todo lo que encuentra a su paso. En este sentido, consideré oportuno usar dicho título para el presente artículo que ahora escribo y es que la tormenta perfecta llegó a líderes, dirigentes y representantes históricos de los partidos políticos ARENA, FMLN y PDC.
No es nada grato estar en el epicentro de una tormenta de tales dimensiones, la cual arrasa con toda la corrupción perpetrada concretamente por los partidos políticos y sus dirigentes durante 30 años dolorosos de no crecimiento económico, 30 dolorosos años de violencia institucionalizada. Afirmo esto, pues, los dirigentes de esos partidos políticos negociaron con la sangre de su mismo pueblo por votos; que acción más detestable, para la que les espera la justicia terrenal, la cual ya está en marcha, y la justicia divina de la que nadie se escapa. Treinta dolorosos años de engaños, de mentiras, que aluden a 30 piezas de plata con las que Judas vendió al Maestro, es decir, a Jesucristo.
Parece poco, pero es que se debe ser demasiado «tozudo» para que algunos personeros de estos partidos políticos pretendan continuar defendiendo las banderas de sus partidos políticos, ahora teñidas con la sangre de nuestro pueblo; y no vamos a ver desfilar solo a dirigentes políticos, ahora se les une un grupúsculo de «analistas políticos» quienes suelen gozar de espacios en otros medios de comunicación, entre los que desfilan algunos que hasta fueron dirigentes de esos partidos políticos y diputados de anteriores legislaturas.
Señores, el pueblo salvadoreño no padece de amnesia o memoria corta. El pueblo salvadoreño no padece de toxinas cerebrales con lo que buscan cerrar brechas y minimizar hechos de un pasado reciente tan doloroso y cruel como el conflicto armado en la década de los ochenta. En tal sentido, señores analistas políticos, en general, revisen sus vestiduras, se ve que se las rasgan como si fueran redentores de la verdad, la que la población ve torcida y parcializada ya que solo deja al descubierto para quién o quiénes trabajan.
Lo que en El Salvador no se puede esconder es que cuando se tiene a dirigentes políticos encarcelados, otros procesados, y lo más triste y «funesto» el caso de expresidentes que huyen de sus malas acciones, las que ahora les pasan la factura.
Hablar de crecimiento en el renacer y en el proceso de refundación de nuestro país es hacer alusión al nivel de crecimiento económico que el Banco Central de Reserva reporta con un histórico 10.3 %. Dicha información es corroborada y avalada por organismos financieros internacionales. Hay quienes adversan este crecimiento y aducen que es una acción de rebote económico y hasta se atreven a decir que se trata de un simple espejismo económico. Lo cierto es que los números no engañan, hasta agosto de 2021 la Superintendencia de Pensiones reportó 763,214 cotizantes en el sistema previsional, lo que significa, en términos sencillos, un nuevo ejército de más de 30,000 cotizantes con respecto al período de 2019, es decir, gente de carne y hueso que ahora forma parte de la población económicamente activa de nuestro país.
Es importante hacer notar que pese a todas las adversidades derivadas de la pandemia por la COVID-19, el tener anteriormente una aritmética legislativa desfavorable que se encargó de obstaculizar todos los esfuerzos del presidente Bukele y su Gabinete, que llegaron incluso al descaro de promover interpelaciones a altos funcionarios de Gobierno, situaciones que pusieron a prueba la capacidad del actual Gobierno que demostró a propios y extraños que los salvadoreños somos como describe el libro de Santiago Consalvi «La terquedad del izote», hoy lo machetean y mañana resurge, crece, sigue dando flores y sin importar las adversidades sale siempre adelante.
La tormenta perfecta se encuentra abatiendo la corrupción en mi país…