Pierre Cardin nació en Italia el 2 de julio 1922 en la cuna de una familia francesa. En 1924 sus padres decidieron volver a Francia y es ahí donde forjó su carrera como diseñador.
Con 98 años de edad, la moda lo despide, pero no sin antes recordar esos avances con hilo y aguja que lo catapultaron como ícono mundial. En 2018, se estimó según la revista Forbes, que su fortuna estaba valuada en 735 millones de dólares.
Su imaginación era basta y comenzó estudiando arquitectura, pero años más tarde dio sus primeros pasos en la costura trabajando para Schiaparelli un tiempo hasta convertirse en jefe del atelier de Christian Dior.

En 1950 abre su propia compañía y sus primeros aportes fueron en el rubro del entretenimiento con trajes para el cine y el teatro.

Tres años más tarde, presentó al mundo su primera colección. Se trata de prendas inspiradas en la silueta femenina y su elegancia.

Los abrigos y los sombreros simétricos eran parte de sus sellos.

En 1954 da el grito de la moda con su propuesta de «Vestidos burbuja» o «Bubble dress» tallados a la cintura, mismos que se convirtieron en todo un éxito internacional.
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En 1957 abre Adán, su primera boutique masculina. Marcando tendencia con corbatas texturizadas y de colores vibrantes. Al llegar los años sesenta impulsa su línea «Cylinder».

Además, se vio influenciado por la cultura pop con diseños geométricos, y vanguardistas.

Fue pionero en la creación de colecciones prêt-à-porter (listas para usar) pero recibió varias críticas, pero en los años setenta se convirtieron en su salvación.

También fue de los primeros en usar materiales más allá de la tela.

En 1970, precisamente, creó una colección con mangas puntiagudas inspiración que llegó a él tras un viaje a China.

Su creatividad perdura al ser inspiración para otras casas de diseño, como la de Tom Ford con su colección de 2012 llamada: «Temas dicotómicos».
