Con el nombre popular de «lempitas» se conoce a los aparatos electrónicos que fueron entregados por el Gobierno de Salvador Sánchez Cerén, del FMLN, entre 2015 y 2018, como parte del programa Una Niña, un Niño, una Computadora, el cual fue una herramienta de propaganda, ya que, en la práctica, nunca se entregaron computadoras a toda la población estudiantil.
En menos de cinco años, las lempitas ya no son utilizadas por los estudiantes, y ahora comparten el mismo destino: las bodegas de los centros educativos.
En un mueble con cajones y divisiones pequeñas se encuentra la mayoría de los aparatos con sus cargadores.
Unos sin teclas, otros con daños y algunos con adhesivos que detallan las fallas que presentaron, esperando las reparaciones que nunca llegaron.
En el Centro Escolar Loma de Los Aguacates, de Mejicanos, las lempitas llegaron en 2016, y a pesar de que eran unos 120 estudiantes, solo recibieron 30 equipos.
Los docentes explicaron que las máquinas nunca recibieron mantenimiento y constantemente presentaron fallas.
Al no cumplir con la demanda de los estudiantes, las usaban por turnos de 45 minutos a la semana.
«El eslogan decía Un Niño, una Computadora, pero las máquinas no eran para cada niño. Aquí no dieron ni para la tercera parte de la población estudiantil. Hubo una capacitación general [a docentes] para usarlas, pero nunca nos explicaron a detalle lo que contenían. No traían contenido educativo, sino juegos interactivos», detalló Rosa María Flores, maestra del Centro Escolar Caserío Loma de los Aguacates.
Por lo tanto, los equipos nunca cumplieron un objetivo pedagógico, ya que no se integraron como herramientas de aprendizaje en el currículo educativo.
En dicho centro educativo solo se usaron durante tres años, y antes de la pandemia fueron guardadas en la bodega, donde se mantienen hasta la fecha.
Esto contradice los parámetros educativos establecidos por organismos como la Unesco, que señalan la importancia de integrar los recursos tecnológicos a favor del aprendizaje equitativo.
Sin embargo, según los docentes, este objetivo nunca se logró, y las computadoras solo servían para que los niños jugaran o aprendieran a usar el teclado.
En ese sentido, las lempitas no cumplieron un papel pedagógico ni de inclusión, ya que ni el 9 % de la población estudiantil recibió los equipos, pues solo fueron distribuidas 120,000 unidades, y la población estudiantil rondaba los 1.3 millones.
El Gobierno de Sánchez Cerén destinó $31 millones, entre fondos públicos y donaciones, para la adquisición de las lempitas.
Constantemente ha sido cuestionada la calidad de los equipos, pues fue denunciado que eran ensamblados de forma rudimentaria en una planta sin autorizaciones ubicada en Zacatecoluca.
Esta cantidad millonaria no fue estratégica ni enfocada en cubrir las necesidades de los estudiantes. Diferentes especialistas han señalado que fue una inversión fallida e inoperante, ya que no tuvo un impacto real en los aprendizajes.
En consecuencia, tampoco se cumplió uno de los principales objetivos del programa, que era «garantizar que cada estudiante tenga acceso a una computadora en su centro educativo, promoviendo el uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación».
En el Centro Escolar Católico Tepeyac recibieron 60 computadoras para más de 300 estudiantes. Los niños desde cuarto hasta noveno grado usaban programas básicos, pero su trabajo se veía interrumpido constantemente debido a que los equipos tienen 1 GB de memoria RAM, por lo que procesaba de forma lenta.
«A veces el niño estaba trabajando y el equipo se trababa, se quedaba en blanco, y lo que yo hacía era anotar dónde se había quedado el niño. Las lempitas no son ni la sombra de las computadoras actuales. Aun si se hubiera repartido una lempita a cada niño, no se compara con los equipos actuales», explicó el profesor Baltazar Turcios, docente de Informática del Centro Escolar Tepeyac.
En esa escuela actualmente funcionan unas 15, y las usan los niños de parvularia, ya que el resto de los estudiantes, que son 248, ya recibieron las tabletas y computadoras que entrega el actual Gobierno.
Los maestros lamentan que el programa nunca fue planificado adecuadamente, y ahora los equipos se encuentran obsoletos y sin ningún uso.
«[Las lempitas] les servían para escribir. Era un juego y los ayudó en cosas como conocer el teclado, pero nada más. Hubo una sola capacitación para docentes, pero fue mínima. La lempita tenía el problema de que usted sacaba el trabajo en una memoria, y al pasarlo a otro equipo todo se desconfiguraba porque no era compatible», comentó la directora del Centro Escolar Tepeyac, Jessica Brendaly Blanco García.