Las mujeres de todo el mundo siguen soportando la carga del trabajo en cuidados no remunerados (amas de casa) y algunas recurren a actividades laborales a domicilio como una forma de combinar las responsabilidades de cuidados con las oportunidades de obtener ingresos económicos, aunque a menudo eso se traduzca en una prolongación de la jornada laboral.
Como tiene lugar en las casas, no es sorprendente que el trabajo a domicilio sea una modalidad de producción con una marcada dimensión de género, asegura un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según estimaciones de la OIT en 2019 trabajaban desde sus casas 147 millones de mujeres y 113 millones de hombres.
Sin embargo, la cifra pudo haberse duplicado en 2020 debido a la pandemia y podría seguir creciendo este año. A pesar de ello, la oportunidad de trabajar desde el hogar es bien recibida por las mujeres y los hombres que buscan flexibilidad, y también por los trabajadores con discapacidad, que, de otro modo, podrían tener menos oportunidades de trabajo remunerado.
UNA MODALIDAD QUE SE EXTIENDE EN EL MUNDO
El trabajo a domicilio hoy día existe en todo el mundo. En los países de ingreso alto se asocia principalmente con el teletrabajo, aunque también en esos países hay importantes bolsas de trabajo a domicilio en la industria manufacturera. La OIT estima que en 2019 había en el mundo unos 260 millones de trabajadores basados en el domicilio, lo que representa el 7.9 % del empleo mundial.
Esta cifra corresponde a 2019, antes de que se iniciara la pandemia, cuando se establezcan las cifras totales para 2020, se espera que se supere con creces. En la mayoría de los países sobre los que se dispone de datos, los trabajadores basados en el domicilio constituían menos del 10 % de todas las personas empleadas, pero en 13 países representaban más del 15 % de la fuerza de trabajo.
En los países de ingreso bajo y mediano, la mayoría de los trabajadores basados en el domicilio eran por cuenta propia, pero en los países de ingreso alto, los asalariados integraban el grupo más numeroso.
FALTA DE REGULACIÓN
El aumento sustancial del trabajo a domicilio ha puesto de manifiesto las deficientes condiciones de trabajo de muchas personas que trabajan en casa (las 260 millones de personas en todo el mundo antes de la crisis).
Aunque ha sido durante mucho tiempo una característica importante del mundo laboral, el hogar como lugar de trabajo rara vez se tiene en cuenta en el diseño de las instituciones que rigen el mercado. El repentino aumento de esta modalidad laboral ha traído consigo la necesidad apremiante de valorar sus implicaciones, tanto para los trabajadores como para los empleadores.
Los trabajadores a domicilio, cuyo número ha aumentado sustancialmente, deben gozar de mayor protección, según se señala el informe de la OIT. Puesto que el trabajo a domicilio tiene lugar en la esfera privada, en la mayoría de los casos es «invisible».
En los países de ingresos bajos o medianos, por ejemplo, casi todos los trabajadores a domicilio (el 90 %) desarrollan su labor de manera informal. Suelen estar peor que los que trabajan fuera de casa, incluso en profesiones más cualificadas porque deben afrontar mayores riesgos en materia de seguridad y salud, y poseen un acceso más restringido a los programas de formación que las personas que no trabajan a domicilio, lo que puede repercutir adversamente en su trayectoria profesional.
El reporte de la OIT pone de manifiesto asimismo que los trabajadores a domicilio no poseen el mismo grado de protección social que los demás trabajadores y son menos proclives a formar parte de un sindicato o figurar en convenios colectivos.